viernes, 5 de diciembre de 2014

El mejor sueño del mundo.


Aquel pequeño  lo había aprendido a golpes de realidad: “Las cosas realmente valiosas de la vida, no pueden comprarse con dinero”

Se acercaba la Navidad y todos le decían que tenía que escribir a Papa Noel para pedir   sus regalos, pero lo que el deseaba de verdad, por encima de todas las cosas, no se podía explicar en aquella carta.

El solo quería que su papa volviera a casa, que lo arropara de nuevo como hacía antes cada noche. Quería que le volviera a contar uno de aquellos cuentos estrambóticos que no tenían ni pies ni cabeza, pero que le encantaban, que le acariciara el pelo y le sonriera. Añoraba a su padre y estar con él era lo único importante.

Aquella noche, antes de dormirse, decidió que aquel año no escribiría la carta. Aquel año se dedicaría a soñar. Soñaría con todas sus fuerzas que su papa volvía a casa. Había oído que  a veces los sueños se hacían  realidad y eso era todo cuanto él quería.


Feliz Navidad.