Estimado ciudadano descontento:
Lo que encuentro actualmente
en la relación entre los políticos y usted es un desapego generalizado originado
principalmente por la corrupción, la confrontación constante e inútil entre
partidos y el escaparatismo dialéctico sin sentido.
Usted ve la sociedad como un ente dependiente de la política
desencantado por no recibir un mensaje
claro capaz de estructurar soluciones a
los graves problemas de hoy. La política como un instrumento averiado,
incapaz de realizar su misión, por la vulgaridad de su retórica. Frases hechas
que resuenan más por su rimbombancia que por su significado o su utilidad real.
Mensajes vacíos, a fin de cuentas o simplemente mentiras reiteradas una y mil
veces. Y reconozco que en parte tiene
razón, pero sólo en parte, y me explico:
Los partidos políticos han sido siempre, a lo largo de su historia, el
instrumento que la sociedad ha empleado para estructurar soluciones a sus
problemas, con independencia de su ideología, y son muy necesarios para la
estabilidad y la supervivencia del sistema, y creo que sin sistema no existiría
la sociedad.
No han sido nunca, al
menos hasta hace poco tiempo, cuna de
“clase política”, término que no deja de darme una cierta grima, porque no termino
de comprenderlo del todo bien, puesto que los políticos no conforman una clase
social en si mimos. Los políticos han
sido siempre personas idealistas, personas inquietas que buscaban en el poder
de la unión, la fuerza para eliminar de la sociedad sus injusticias, buscando
la igualdad, la solidaridad, la libertad, etc. (entendiéndose en esto al buen
político, o al honrado, obviamente)
Creo que el desencanto
generalizado y el sentimiento de desarraigo de los ciudadanos hacia la política
se fundamente principalmente en el hecho de que los partidos políticos han
perdido su esencia, y no me refiero a su ideología, que también, sino a que no
han sabido adaptarse a los nuevos tiempos para satisfacer las necesidades
humanas surgidas en un momento, este, que nos ha pillado a todos por sorpresa.
En la mayoría de los
casos los partidos han dejado de ser un conjunto de personas unidas buscando la
fuerza necesaria para transformar la realidad. Quizás por eso la potencia sorprendente
e inesperada del efecto Podemos, que ya empieza a decrecer.
Tanto yo como la
mayoría de los compañeros con los que trabajo a diario, entendemos el
desarraigo y la desilusión de la sociedad hacia la política en este sentido, y le garantizo que en la
medida de lo posible, pretendemos hacer una política diferente.
Trabajamos convencidos
de que es posible transformar nuestro entorno para bien, con métodos limpios,
transparentes y democráticos.
La democracia cuenta
con herramientas para solventar el problema de la desilusión y el desapego. No
olvidemos que los partidos están compuestos por ciudadanos normales que se
implican en política, con ideales, ilusiones, con muchas ganas de trabajar y con vocación de servicio público. Y son
estos ciudadanos quienes seguramente alzaran la voz para decir ¡Basta!.
Estoy convencido de
que desde la base se puede hacer mucho por cambiarlo todo, desde el trabajo
diario y el buen ejemplo, en aras a una nueva revolución noble, pacífica y
limpia que asegure el sistema de la mejor convivencia.
No todos los políticos
son corruptos. Generalizar en este caso también es injusto.
Me gustaría aclararle
que participo en las Instituciones del Estado,
concretamente en el Ayuntamiento de San Fernando, como concejal, porque así me lo ha posibilitado mi partido,
el PSOE, y lo hago al margen de mi profesión de contable, aparcada por el
tiempo que dure esta nueva ocupación y sabiendo que esto no es un triunfo
personal.
Le garantizo que no
veo nada más SAGRADO que este compromiso adquirido temporalmente. Mi labor
política es solo vocación de servicio público, y es por eso que aquí estaré mientras
los ciudadanos quieran, porque es a ellos a quien me debo.
Ignacio Bermejo