sábado, 8 de diciembre de 2018

Cuento solidario de NAVIDAD


Jamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de aquel profundo pesar y de miedo, los de la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Algunos de sus compañeros habían perecido tristemente,  personas desesperadas que se lanzaron al peligro de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia. 
Venían huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo que continuar en su país era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y  Caleb, que perecieron víctimas de un lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un joven adolescente que soñaba con ser futbolista. 
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas del océano. Al verla no pude más que ofrecerle mi abrigo en un gesto espontaneo de solidaridad sincera, pero ella la rechazó asustada, continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes, insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nada que temer, que solo pretendía protegerla del frio, y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la que se cubrió de inmediato.  Asentí pretendiéndole mostrar un gesto amable.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cenar, una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años,  unas personas llegaban al portal de la  posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el mismo error de esconderlas en las cuadras, con los animales. 

FELIZ NAVIDAD

Ignacio Bermejo

Ignacio Bermejo MartinezJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDADJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDADJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDAD

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