SALUDO
*Felicitación a María Eugenia Salguero Coca, por la excelente
presentación que hizo del Cartel de la Hermandad en su 125 Aniversario.
*Felicitación a Rafael Carlos Castro Menacho, por haber sido
designado Cargador Distinguido 2019.
*Dedicatoria de esta presentación a la memoria de D. José
Vázquez, Insigne Tesorero de la Hermandad de la Columna, tristemente fallecido
el día 16 de marzo. Descanse en Paz.
DOMINGO DE RAMOS EN LA ISLA
El domingo de Ramos, en San Fernando,
para los cofrades de Columna, al menos para los de mi generación, no empezaba
nunca en domingo, sino que lo hacía un día antes, el sábado, a eso de las siete
de la tarde, cuando la algarabía cofradiera
pululaba nerviosa y emocionada por la santa cueva y la sacristía de la
Iglesia Mayor, en torno al montaje de ese preciosísimo paso de palio, ese
trocito de cielo en la tierra que ha sido siempre el joyerito de la Isla, el de
la Virgen de las Lágrimas, sobre el que
Manolo Fraga, Prioste auto proclamado, se desvivía por conseguir, año tras año,
que luciera como la Reina, la Virgen más bonita, y bien que lo conseguía para
el orgullo de aquel ramillete de personas que
compartíamos aquel vínculo especial, aquella unidad que vivíamos de
manera automática e involuntaria, como dejándonos llevar por la potencialidad y
la magia de aquellos días. Aquellas eran nuestras circunstancias, y aquellos
éramos nosotros, LOS DE COLUMNA, que nos reconocíamos y nos queríamos, nos
comprendíamos y nos aceptábamos, tolerando en la unidad de nuestra convivencia
la inmensa y rica pluralidad de lo que éramos. ¿Y qué éramos? Éramos amigos, éramos una Junta de Gobierno
verdaderamente muy inexperta, pero que superaba sus defectos sin demasiado
esfuerzo porque estábamos tremendamente
comprometidos con aquella bonita IDEA EN COMUL de lo que debía ser una
Hermandad. Éramos cómplices en la devoción a la Columna, y todos compartíamos aquel sentimiento. HERAMOS HERMANOS, ESA ES LA PALABRA,
HERMANOS, HERMANOS DE VERDAD, personas que se daban al ciento veinte por cien
altruistamente, sin pedir nada a cambio, de manera completamente gratuita.
Todos en uno y uno en todos. Lo uno y lo
múltiple arraigándose en el ser de cada uno por medio de aquella experiencia
compartida, vivencias que, vistas desde la lejanía de los años, buen pudieron
ser una autentica iniciación, y es que allí, obviamente sin ser conscientes de
ello, todos comenzábamos un camino, y lo
hicimos juntos, de la mano. Aquello, visto con la perspectiva que te dan los
años, sí que fue una preciosa experiencia de fe, porque profundizamos todos en
ese concepto de unidad, ERAMOS UNA HERMANDAD, MAS INTUIDA QUE PALPABLE,
comulgábamos todos de esa idea luminosa, y escapábamos juntos del miedo de las
sombras. LO INTELIGIBLE POR ENCIMA DE LO SENSIBLE. Y allá íbamos, con mas amor
que cabeza, a la captura del conocimiento mayor posible, en busca de nosotros
mismos, para toparnos de bruces con ese Dios inabarcable e irracional que todos
llevamos dentro.
Era en esa tarde del sábado previo, cuando por
fin se desvelaba el secreto, siempre muy bien guardado, de cuales iban a ser
las flores que ese año exornarían el paso. Un secreto que siempre sorprendía
para bien, pues Manolo, que conseguía mantener cada año el suspense, nos dejaba boquiabiertos con su elección,
incluso aquel año en el que decidió experimentar con aquellas FLORES DEL
PARAISO de color anaranjado, que vinieron a aportar un matiz de modernidad y de
valentía, algo fuera de nuestro tiempo, que entonces no comprendimos, y que algunos aún están en
ello.
Fue allí donde se forjó gran parte del hombre que
soy, aprendiendo de grandes personas. Todas me aportaron algo, todas me
enriquecieron, y a todas les quedé por siempre muy agradecido.
Es curioso cómo se tercian las cosas, como el
Universo conspira para que las cosas
ocurran. ¿Azar?, ¿casualidad? No lo sé, pero es cuanto menos curioso como las
cosas se tercian.
Ayer mismo presentaba otro cartel, editado por el
periódico digital el Castillo de San Fernando, y decía que siguiendo con esa
línea filosófica que ya abrió el Consejo de Hermandades, publicando este año
otro cartel muy innovador en cuanto a su forma apaisada, y muy valiente y
aristotélico por sus características estéticas y artísticas, al emplear de manera generalizada unos
preciosos tonos grises, orientados a definir la centralidad como una de las
mejores virtudes de los hombres, exponiendo el valor de lo centrado,
reivindicando EL CENTRO, algo parecido
ocurre con este otro cartel que hoy nos ocupa, que aunque es muy diferente en
cuanto a su composición, es muy parecido en el empleo de herramientas y
colores, y nos lanza un mensaje muy similar. Y yo me pregunto: ¿Acaso el
universo pretende decirnos algo?
Existe un
mensaje suspendido en el misterio de lo natural, ofrecido de manera sutil para
que podamos descubrirlo, lo presiento. Un mensaje que debemos alcanzar y
compartir, lanzándolo a los cuatro vientos. Tres carteles distintos, pero todos
ellos emitiendo un mensaje cargado de contenido. Pareciera como si Dios alzara
la voz en ellos, como si se hiciera presente, para decirnos que ahí está, que
ahí sigue eternamente, pendiente de nosotros, oyéndonos, dispuesto a ayudarnos
a la menor llamada que le hagamos. “Alza tu mano, y voy”, parece estar
diciendo, “Llámame, y acudiré a tu encuentro”
Ver esta preciosa imagen, en esos acertados tonos
grises encierra muchísimo, y nos deja abierta la imaginación para que nuestro
pensamiento se pierda especulando. ES
TODO UN MISTERIO. Las manos acopladas, una sobre la otra, y atadas con el
cordón que las une. DOS MANOS, UN NUDO. De nuevo esa expresión de la Unidad en
lo múltiple, EL UNO EN EL TRES, la unión desde la superación del dolor y del
sacrificio, la expresión artística del Misterio más grande, que tan GENIALMENTE
consiguiera tallar el valenciano Vicente Tena para nuestro deleite. Mirar a
este Cristo, es sentir en el alma su caricia. Es ver su preciosa mirada
redentora, y comprendernos a nosotros mismos, es dejarnos embriagar por su
silueta de pasión, y llegar a la verdad. Así lo afirmó San Agustín: “a la fe
por la razón”, y es que ver a Jesús
de la Columna, es ver a Dios mismo.
¿Qué le
pasaba si no, a la mismísima Santa Teresa de Jesús? Ella lo vio, lo intuyó, lo
vislumbró y se enamoró de él, de esa pose del Dios hecho hombre, el hombre más
humilde entre los hombres, el varón más alzado, y en cambio el servidor de
todos. Jesús de la Columna con su padecer turbó el pensamiento de la Santa
Carmelitana, y es que solo la fuerza del amor es capaz de vencer el dolor de
una flagelación deshumanizada, y ya sabemos que el amor absoluto es Dios. DIOS ES AMOR, como nos recuerda San Juan en
su Evangelio.
Santa Teresa de Jesús no debió nunca de llamarse
así. Debieron de llamarla Santa Teresa de Jesús de la Columna, pues ella fue su
mayor enamorada, su mayo defensora. ¡Que se corrija la Historia! ¡Que se
corrija su nombre! Porque ese ha de ser el correcto, el que mas justicia le
hace, el que mejor define su pensamiento y su fe.
Esto es lo que nos inspira esta bendita imagen
del Cristo Atado. Este es el poder que tiene, que tan magistralmente ha sabido
captar Sergio Gutiérrez Blanco, autor de la fotografía. Él es además cofrade desde su nacimiento,
profesando su fe en las Hermandades de los Afligidos, en la de los Desamparados
y en la de Caridad. Como fotógrafo está asociado a Focois, y hay que destacar
que ha sido reconocido con innumerables premios desde el 2014 hasta la
actualidad, numerosos carteles y portadas de diversa índole y entidades.
En esta ocasión Sergio ha demostrado ser todo un
artista, tener esa sensibilidad
necesariamente especial para poder captar todo ese sentimiento en un pequeño
detalle, que la Cerería, de manos de Antoñín, como cariñosamente conocemos a D.
Antonio González Vázquez, nos regala este año a la ciudad de San Fernando para
nuestro disfrute, porque hay que reconocer que el cartel es realmente precioso.
Es una obra de arte.
Antoñín, yo no soy nadie para alzarme en el
nombre de la Hermandad de la Columna, pero como tu bien sabes, soy hermano
desde hace muchísimos años, y en ese sentido, me voy a permitir agradecerte
este regalo. Gracias por elegir esta
imagen de mi Cristo, para que sea la que represente a la Cerería en la Semana
Santa 2019. Dios es Dios y es Omnipotente, y está, y puede estar, en todas
partes, hasta en un bar, si así lo quiere, porque allí donde haya algo, allí
está Dios, y por eso, nunca ninguno de nosotros andará solo.
Doy por hecho, y creo que no me equivoco, que
será todo un honor, un privilegio, para todos los hermanos de Columna, ver a partir
de hoy esta preciosa imagen colgando en los escaparates de la ciudad. No dudo que esto ayuda, y mucho, a
engrandecer a la Hermandad.
A Columna la considero mi hermandad, y en cierta
medida también la de tu familia, pues a ella perteneció, hasta su muerte, D.
Antonio Romero Pérez, tu suegro, un hombre extraordinario que ejerció en la
Junta de Gobierno como Mayordomo. Lo recuerdo con muchísimo cariño. ¿Cuantas
veces con sus propias manos anudaría estas otras manos de Jesús?. Buena persona
donde los haya, él y su esposa, Dña. María del Carmen Rodríguez Baker. Siempre
me alegro muchísimo de verla y de saber de ella. Me consta que el aprecio es
mutuo, pues el cariño es algo que se desborda del interior de las personas, que
se percibe y que no se puede disimular ni aparentar. Me alegra mucho poder presentar este cartel,
porque así tengo la oportunidad también saludar a tu esposa, Claudia, y a su
hermana Susana y su marido Rafael Guirado, todas ellas personas de bien, y a
los que aprecio muchísimo.
Este precioso cartel nos muestra un momento
sublime en el que el detalle se vuelve todo. Con un pequeño detalle, se puede
definir toda la esencia del concepto. Esas benditas manos, tantas veces
besadas, tan veneradas, manos atadas, apoyadas sobre la fría columna de mármol,
que es para muchos de nosotros un
verdadero pilar en nuestras vidas.
Columna de dura piedra donde apoyamos también nuestras muchas debilidades,
nuestros defectos. ¿Cuántas veces, frustrado por los desengaños, desesperado,
cansado por los desencuentros, he buscado la fortaleza de esa columna santa
para, como hace Jesús mismo, apoyarme en ella buscando la fuerza que a veces no
tengo?
Eso es lo grandioso que tiene ser cofrade de
Columna. Unamuno se preguntaba a sí mismo una y otra vez “¿qué va a ser de
mi?”, ante la incertidumbre inevitable de la muerte. Si Unamuno hubiese
sido cofrade de Columna, si hubiera nacido en la Isla, habría hallado respuesta
a su pregunta, y de seguro que habría encontrado consuelo para su mortificada
alma. Paz para Unamuno y Paz para todos los hombres y mujeres de buena
voluntad. COLUMNA ES GRANDE, CADA VEZ MAS GRANDE, Y ESTE ES TU GRANITO DE ARENA
PARA QUE ELLO SEA ASÍ.
Yo te entiendo, Señor, cuando te miro
en el frio mármol de tu Columna Atado,
solos Tu y yo, en el recuerdo anclados
de la nostalgia escapada en un suspiro.
Y Allí te veo, Señor, cuando te miro,
paciente en el dolor del flagelado,
llagada la piel de tu costado,
venciendo el dolor sin dar ni un grito.
¿Pues sabes qué te digo?:
Que prefiero verte vivo,
sobre la mar pescando
o allí, en el verdor de los olivos
Prefiero vente en mí, en mi interior
y haber sentido
la fuerza de tu amor,
y ser tu amado.
Muchas gracias por todo.
HE DICHO.
Ignacio Bermejo Martínez