lunes, 6 de abril de 2020

ANÁSTASIS


Todos, todos estos motivos, y quizás más: la necesidad de defender la vida frente al COVID-19, el miedo a la enfermedad y a la muerte, el sentido común que tenemos las personas, una actitud responsable como cabe esperar en estos casos, el necesario cumplimiento de la ley acatando voluntariamente las medidas impuestas por el gobierno, nos han recluido temporalmente en casa, para evitar la propagación de esta enfermedad que, inesperadamente, ha sorprendido a la humanidad, y paradójicamente, en el momento en el que más alzados nos sentíamos. Nos creíamos intocables, inalcanzables, invencibles, casi dioses, hasta el punto de que, tan sólo unas semanas antes, si alguien nos lo hubiera contado, no lo habríamos creído o habríamos pensado que se trataba del argumento de una película de ciencia ficción, pero no, la naturaleza, de un zarpazo, nos ha devuelto a la cruda realidad, a la única verdad universal, nos ha colocado en nuestro humilde lugar, mostrándonos de golpe y porrazo, la fragilidad de nuestra condición, lo débiles que somos.

Ha sido un virus, un insignificante microorganismo, el que ha hecho temblar en un instante, los cimientos de todas las grandes civilizaciones del presente. Es un problema mundial, no es algo que afecte solo a un país, sino a todos, absolutamente a todos, porque es algo contra el ser humano de manera física, patente, sin tener en cuenta nacionalidad, raza, o estatus social de cada cual. Creíamos que estábamos situados en la cúpula del mundo, pensábamos que eramos el centro, y que toda sustancia existente, cualquier elemento, la tierra, las plantas, los mares, los animales, el aire, todo, todo, estaba dispuesto a nuestro servicio, que nosotros, como reyes del universo, como seres principales, podíamos decidir sobre todo lo demás, influenciar en todo para garantizar nuestra existencia como especie, pero la vida nos ha dado una lección de humildad, enseñándonos que la naturaleza no es de nuestra propiedad, ni se somete a nosotros. Nosotros formamos parte de ella como un elemento más, el modo de un atributo que ni siquiera es importante. Lo sustancial, lo verdaderamente imprescindible se revaloriza por encima de nosotros y se manifiesta como una realidad inalcanzable y poderosa, vislumbrando su divina naturaleza.

Esta reclusión, que en la vida moderna ha supuesto un obligado paréntesis sin precedentes, nos ha regalado repentinamente un precioso tiempo. Un tiempo valioso que algunos están malgastado en tóxicos reproches, buscando culpables, sin ser conscientes, yo creo, de lo que realmente está ocurriendo. Un tiempo que otros utilizan para disfrutar de sí mismo, de los suyos, de sus casas, a pesar del miedo que indiscutiblemente se produce ante la incertidumbre frente al paradigma de un futuro incierto.

Esta es la realidad, y así nos encontramos: inseguros, descolocados, temerosos, desconcertados, cuestionándonos mil cosas, presintiendo que es el inicio de un cambio estructural que afectara a nuestras vidas para siempre.

Es posible que ante estas circunstancias, quizás por ese miedo ancestral, que no somos capaces de dominar, pero que todos y todas intuimos, aflore lo peor de algunos, dejando a la intemperie sus miserias, víctima de una catatonia injustificada y gratuita, pero al mismo tiempo, por este carácter ambivalente de la crisis, otros demuestran que son capaces de mostrarse solidarios, de revestirse de positividad y actuar en consecuencia, tendiendo la mano a los que más lo necesitan, a los que siempre se quedan atrás. Estos han entendido que es necesario hoy convertirnos todos en uno, actuar juntos frente a lo que nos acosa, a lo que amenaza nuestra existencia como especie.

La independencia intelectual, condena casi siempre a la soledad. Es una máxima irrefutable, pero a pesar de ello, no es tiempo de cobardías ni estupideces. Entiendo que es el momento de ser sinceros y valientes, es necesario reconstruir los cimientos que sustentan nuestra existencia, regenerar los pilares podridos que producen nuestra inestabilidad, personal y social, y afrontar juntos un nuevo futuro mucho más sostenible, más respetuoso con el mundo natural al que pertenecemos. Es momento de recapacitar, de replanteárselo todo.

Debemos de concretar lo sustancial, comprender todo lo que realmente nos mantiene y nos conviene para progresar como especie. Tenemos obligatoriamente que volver a ser respetuosos con el medio ambiente, volver a ver como madre a la naturaleza, a la cual pertenecemos y de la que nos es imposible desprendernos ni alejarnos. Lo sustancial omnisciente. Todo lo demás son meros atributos, y ni siquiera eso, muchos solo son modos innecesarios, superfluos, e incluso inciertos, frutos de mitos pasados que alguna vez sirvieron para cohesionar, pero que ya han muerto desgastados por su condición de atrezo, sin que fuéramos conscientes de ello, como lo han hecho tantas y tantas personas en el mundo por esta pandemia.

Esto es un secreto revelado, la certeza sacrosanta de la mayor libertad, la única y verdadera anástasis esperada, la resurrección como una revolución del propio ser humano, porque es tiempo de centrarse, de liberarse, despojándonos de todo cuanto pese como un lastre. Todo lo demás es anodino.

Cuando regresemos a las calles, cuando volvamos a los demás y recuperemos nuestra vida social, deberíamos estar preparados, haber aprovechado este tiempo para haber asumido esta nueva realidad y haberla entendido y asimilado como una epifanía. Deberíamos renunciar al pecado de la frívola diáspora, y al histrionismo de creernos el centro, de pensar que somos lo único.

Sólo lo sustancial, capaz de existir por sí mismo, manifiesta esa divinidad que ansiamos, pero de la que carecemos como individuos, como especie incluso. Eso, a mi criterio, es lo que nos ha quedado patente, es lo que he aprendido, que somos débiles, perecederos y mortales, y que la única manera de evolucionar y seguir hacia delante es reconociendo que tan sólo somos una parte de esa realidad total, de esa verdad universal, que sin nosotros, puede seguir existiendo sin mas, porque no somos importantes, no somos imprescindibles, no somos dioses.



Ignacio Bermejo

martes, 19 de marzo de 2019

COLUMNA TUI SALUS NOSTRA


COLUMNA TUI SALUS NOSTRA
(Tu Columna es nuestra salvación)







                Viernes 15 de marzo de 2019, fecha en la que la Hermandad de la Columna ha conmemorado con otro acto más, y de manera realmente brillante, su 125 aniversario fundacional, y lo ha hecho en esta ocasión, presentando un precioso cartel, obra de Antonio Quintero, afamado fotógrafo cofrade muy premiado y reconocido por la sensibilidad y el arte que siempre demuestra en su obra, por cierto, colaborador de este periódico.
                La edición de ese cartel se ha gestado por una comisión compuesta por sus hermanos cargadores, cuadrilla que en la actualidad disfruta de una gran pujanza, pues ha sabido renovarse, reforzarse y crecer como la espuma, en esa complicidad del amor a la Columna, algo que no es difícil de conseguir, como bien sabemos los que hemos experimentado en carne propia, la fuerza de esa devoción tan potente.
                Lo que está haciendo Columna este año, es para quitarse el sombrero. La ciudad nunca podrá pagar la deuda que tiene contraída con el mundo cofrade en general, pues todas las hermandades y cofradías dan mucho más de lo que reciben, eso es obvio, y en esto Columna no iba a ser menos, pues este 125 Aniversario Fundacional está significado para San Fernando una importantísima oportunidad para su enriquecimiento espiritual, cofrade, cultural y de todo tipo, ya que los ciudadanos estamos teniendo la oportunidad de disfrutar de actos de calado muy profundo, como fue  su procesión extraordinaria, para la que contrataron a la banda de cornetas y tambores Nuestra Señora de la Victoria, conocida como “Las Cigarreras”, de Sevilla, lo que ha sido todo un hito, pues los entendidos en el tema afirmaron todos que aquello no era normal, que aquello tuvo la afinación de un concierto, un verdadero regalo para los oídos, un deleite para el alma.
                Y no se ha quedado en eso, sino que ha organizado un ciclo de brillantes conferencias, que ha ofrecido a la ciudad abiertamente y de manera totalmente gratuita, conferencias con las que se ha podido profundizar en la fe, en la cultura, y en el conocimiento de la historia de la hermandad y su expresión artística.
                Volviendo al acto de hoy, a la presentación del Cartel para la Semana Santa 2019, hay que resaltar dos detalles muy importantes:
                El primero de ellos es que se ha estrenado como presentadora la Vice Hermana Mayor, María Eugenia Salguero Coca, que con una narrativa sencilla, emotiva y muy directa ha sabido emocionar a todos los presentes. Palabras que salían de su corazón, llenando sus folios en blanco, y que desde allí han saltado, y sin remedio, al corazón de todos los hermanos presentes. Todos se han sentido identificados en la experiencia tan bien narrada por María Eugenia, todos han vivido el Domingo de Ramos de igual manera, o al menos, de manera muy similar. Lo de María Eugenia de hoy ha sido un gran descubrimiento. Sin lugar a dudas, se cierne una pregonera al alza en la Isla.
                Y lo segundo, es que, tras la presentación del cartel, obra de Antonio Quintero, se ha celebrado también el XXVI concierto, interpretado en esta ocasión por la Banda de Música “Maestro Enrique Montero”, en el que se ha estrenado la marcha que da título a este artículo, COLUMNA TUI SALUS NOSTRA, obra del Profesor y Director de Música Manuel Bernal Nieto, una marcha realmente innovadora, quizás demasiado avanzada y compleja, para poderla evaluar con vehemencia ahora, por lo que haya que esperar oírla unas cuantas veces mas. Harán falta varios conciertos, para que esos sones tan novedosos, se vayan haciendo a nuestros oídos y podamos valorar esa obra en su justa medida. PARA MI GUSTO HA SIDO IMPRESIONANTEMENTE BUENA. En el día de hoy, que se ha interpretada dos veces, la primera dirigida por su autor, dejándonos a todos boquiabiertos y sorprendidos, pues en ella pudimos descubrir infinidades de matices a los que realmente no estamos acostumbrados, y la segunda vez, ésta dirigida por el Director habitual de la banda, en la que los sones, al menos en mi caso, fueron calando de manera más directa al sentimiento, dejando entrever que nos encontrábamos ante una composición musical notabilísima y que iba a dar muchísimo que hablar. Una marcha compuesta para una hermandad moderna, potente y evolucionada, como es Columna hoy, una marcha que pretende inaugurar un nuevo tiempo, un nuevo estilo.  ES LO QUE TIENE COLUMNA, QUE SIEMPRE LO HA TENIDO, QUE ES  MADRE DE LA SEMANA SANTA DE LA ISLA, Y DE ELLA EMANA  FORMAS Y  MANERAS. Seguro que lo consigue una vez mas.
Mis felicitaciones, desde la admiración y el cariño, a María Eugenia Salguero, por su presentación, y a Manuel Bernal, por su marcha, porque ambos nos han maravillado.

 Enhorabuena.


Ignacio Bermejo Martínez

PRESENTACIÓN DEL CARTEL DE LA CERERIA 2019




SALUDO

*Felicitación a María Eugenia Salguero Coca, por la excelente presentación que hizo del Cartel de la Hermandad en su 125 Aniversario.
*Felicitación a Rafael Carlos Castro Menacho, por haber sido designado Cargador Distinguido 2019.
*Dedicatoria de esta presentación a la memoria de D. José Vázquez, Insigne Tesorero de la Hermandad de la Columna, tristemente fallecido el día 16 de marzo. Descanse en Paz.
 DOMINGO DE RAMOS EN LA ISLA

         El domingo de Ramos, en San Fernando, para los cofrades de Columna, al menos para los de mi generación, no empezaba nunca en domingo, sino que lo hacía un día antes, el sábado, a eso de las siete de la tarde, cuando la algarabía cofradiera  pululaba nerviosa y emocionada por la santa cueva y la sacristía de la Iglesia Mayor, en torno al montaje de ese preciosísimo paso de palio, ese trocito de cielo en la tierra que ha sido siempre el joyerito de la Isla, el de la Virgen de las Lágrimas,  sobre el que Manolo Fraga, Prioste auto proclamado, se desvivía por conseguir, año tras año, que luciera como la Reina, la Virgen más bonita, y bien que lo conseguía para el orgullo de aquel ramillete de personas que  compartíamos aquel vínculo especial, aquella unidad que vivíamos de manera automática e involuntaria, como dejándonos llevar por la potencialidad y la magia de aquellos días. Aquellas eran nuestras circunstancias, y aquellos éramos nosotros, LOS DE COLUMNA, que nos reconocíamos y nos queríamos, nos comprendíamos y nos aceptábamos, tolerando en la unidad de nuestra convivencia la inmensa y rica pluralidad de lo que éramos. ¿Y qué éramos?  Éramos amigos, éramos una Junta de Gobierno verdaderamente muy inexperta, pero que superaba sus defectos sin demasiado esfuerzo porque estábamos  tremendamente comprometidos con aquella bonita IDEA EN COMUL de lo que debía ser una Hermandad. Éramos cómplices en la devoción a la Columna, y  todos compartíamos aquel sentimiento.  HERAMOS HERMANOS, ESA ES LA PALABRA, HERMANOS, HERMANOS DE VERDAD, personas que se daban al ciento veinte por cien altruistamente, sin pedir nada a cambio, de manera completamente gratuita. Todos en uno y uno en todos.  Lo uno y lo múltiple arraigándose en el ser de cada uno por medio de aquella experiencia compartida, vivencias que, vistas desde la lejanía de los años, buen pudieron ser una autentica iniciación, y es que allí, obviamente sin ser conscientes de ello,  todos comenzábamos un camino, y lo hicimos juntos, de la mano. Aquello, visto con la perspectiva que te dan los años, sí que fue una preciosa experiencia de fe, porque profundizamos todos en ese concepto de unidad, ERAMOS UNA HERMANDAD, MAS INTUIDA QUE PALPABLE, comulgábamos todos de esa idea luminosa, y escapábamos juntos del miedo de las sombras. LO INTELIGIBLE POR ENCIMA DE LO SENSIBLE. Y allá íbamos, con mas amor que cabeza, a la captura del conocimiento mayor posible, en busca de nosotros mismos, para toparnos de bruces con ese Dios inabarcable e irracional que todos llevamos dentro.

          Era en esa tarde del sábado previo, cuando por fin se desvelaba el secreto, siempre muy bien guardado, de cuales iban a ser las flores que ese año exornarían el paso. Un secreto que siempre sorprendía para bien, pues Manolo, que conseguía mantener cada año el suspense,  nos dejaba boquiabiertos con su elección, incluso aquel año en el que decidió experimentar con aquellas FLORES DEL PARAISO de color anaranjado, que vinieron a aportar un matiz de modernidad y de valentía, algo fuera de nuestro tiempo, que entonces  no comprendimos, y que algunos aún están en ello.

Fue allí donde se forjó gran parte del hombre que soy, aprendiendo de grandes personas. Todas me aportaron algo, todas me enriquecieron, y a todas les quedé por siempre muy agradecido.

Es curioso cómo se tercian las cosas, como el Universo conspira  para que las cosas ocurran. ¿Azar?, ¿casualidad? No lo sé, pero es cuanto menos curioso como las cosas se tercian. 

Ayer mismo presentaba otro cartel, editado por el periódico digital el Castillo de San Fernando, y decía que siguiendo con esa línea filosófica que ya abrió el Consejo de Hermandades, publicando este año otro cartel muy innovador en cuanto a su forma apaisada, y muy valiente y aristotélico por sus características estéticas y artísticas,  al emplear de manera generalizada unos preciosos tonos grises, orientados a definir la centralidad como una de las mejores virtudes de los hombres, exponiendo el valor de lo centrado, reivindicando EL CENTRO,  algo parecido ocurre con este otro cartel que hoy nos ocupa, que aunque es muy diferente en cuanto a su composición, es muy parecido en el empleo de herramientas y colores, y nos lanza un mensaje muy similar. Y yo me pregunto: ¿Acaso el universo pretende decirnos algo?

 Existe un mensaje suspendido en el misterio de lo natural, ofrecido de manera sutil para que podamos descubrirlo, lo presiento. Un mensaje que debemos alcanzar y compartir, lanzándolo a los cuatro vientos. Tres carteles distintos, pero todos ellos emitiendo un mensaje cargado de contenido. Pareciera como si Dios alzara la voz en ellos, como si se hiciera presente, para decirnos que ahí está, que ahí sigue eternamente, pendiente de nosotros, oyéndonos, dispuesto a ayudarnos a la menor llamada que le hagamos. “Alza tu mano, y voy”, parece estar diciendo, “Llámame, y acudiré a tu encuentro”

Ver esta preciosa imagen, en esos acertados tonos grises encierra muchísimo, y nos deja abierta la imaginación para que nuestro pensamiento se pierda especulando.  ES TODO UN MISTERIO. Las manos acopladas, una sobre la otra, y atadas con el cordón que las une. DOS MANOS, UN NUDO. De nuevo esa expresión de la Unidad en lo múltiple, EL UNO EN EL TRES, la unión desde la superación del dolor y del sacrificio, la expresión artística del Misterio más grande, que tan GENIALMENTE consiguiera tallar el valenciano Vicente Tena para nuestro deleite. Mirar a este Cristo, es sentir en el alma su caricia. Es ver su preciosa mirada redentora, y comprendernos a nosotros mismos, es dejarnos embriagar por su silueta de pasión, y llegar a la verdad. Así lo afirmó San Agustín: “a la fe por la razón”, y es que  ver a Jesús de la Columna,  es  ver a Dios mismo.

 ¿Qué le pasaba si no, a la mismísima Santa Teresa de Jesús? Ella lo vio, lo intuyó, lo vislumbró y se enamoró de él, de esa pose del Dios hecho hombre, el hombre más humilde entre los hombres, el varón más alzado, y en cambio el servidor de todos. Jesús de la Columna con su padecer turbó el pensamiento de la Santa Carmelitana, y es que solo la fuerza del amor es capaz de vencer el dolor de una flagelación deshumanizada, y ya sabemos que el amor absoluto es Dios.   DIOS ES AMOR, como nos recuerda San Juan en su Evangelio.

Santa Teresa de Jesús no debió nunca de llamarse así. Debieron de llamarla Santa Teresa de Jesús de la Columna, pues ella fue su mayor enamorada, su mayo defensora. ¡Que se corrija la Historia! ¡Que se corrija su nombre! Porque ese ha de ser el correcto, el que mas justicia le hace, el que mejor define su pensamiento y su fe.

Esto es lo que nos inspira esta bendita imagen del Cristo Atado. Este es el poder que tiene, que tan magistralmente ha sabido captar Sergio Gutiérrez Blanco, autor de la fotografía.  Él es además cofrade desde su nacimiento, profesando su fe en las Hermandades de los Afligidos, en la de los Desamparados y en la de Caridad. Como fotógrafo está asociado a Focois, y hay que destacar que ha sido reconocido con innumerables premios desde el 2014 hasta la actualidad, numerosos carteles y portadas de diversa índole y entidades.

En esta ocasión Sergio ha demostrado ser todo un artista,  tener esa sensibilidad necesariamente especial para poder captar todo ese sentimiento en un pequeño detalle, que la Cerería, de manos de Antoñín, como cariñosamente conocemos a D. Antonio González Vázquez, nos regala este año a la ciudad de San Fernando para nuestro disfrute, porque hay que reconocer que el cartel es realmente precioso. Es una obra de arte. 

Antoñín, yo no soy nadie para alzarme en el nombre de la Hermandad de la Columna, pero como tu bien sabes, soy hermano desde hace muchísimos años, y en ese sentido, me voy a permitir agradecerte este regalo.  Gracias por elegir esta imagen de mi Cristo, para que sea la que represente a la Cerería en la Semana Santa 2019. Dios es Dios y es Omnipotente, y está, y puede estar, en todas partes, hasta en un bar, si así lo quiere, porque allí donde haya algo, allí está Dios, y por eso, nunca ninguno de nosotros andará solo.

Doy por hecho, y creo que no me equivoco, que será todo un honor, un privilegio, para todos los hermanos de Columna, ver a partir de hoy esta preciosa imagen colgando en los escaparates de la ciudad.  No dudo que esto ayuda, y mucho, a engrandecer a la Hermandad.

A Columna la considero mi hermandad, y en cierta medida también la de tu familia, pues a ella perteneció, hasta su muerte, D. Antonio Romero Pérez, tu suegro, un hombre extraordinario que ejerció en la Junta de Gobierno como Mayordomo. Lo recuerdo con muchísimo cariño. ¿Cuantas veces con sus propias manos anudaría estas otras manos de Jesús?. Buena persona donde los haya, él y su esposa, Dña. María del Carmen Rodríguez Baker. Siempre me alegro muchísimo de verla y de saber de ella. Me consta que el aprecio es mutuo, pues el cariño es algo que se desborda del interior de las personas, que se percibe y que no se puede disimular ni aparentar. Me alegra mucho poder presentar este cartel, porque así tengo la oportunidad también saludar a tu esposa, Claudia, y a su hermana Susana y su marido Rafael Guirado, todas ellas personas de bien, y a los que aprecio muchísimo. 

Este precioso cartel nos muestra un momento sublime en el que el detalle se vuelve todo. Con un pequeño detalle, se puede definir toda la esencia del concepto. Esas benditas manos, tantas veces besadas, tan veneradas, manos atadas, apoyadas sobre la fría columna de mármol, que es para muchos de nosotros  un verdadero  pilar en nuestras vidas. Columna de dura piedra donde apoyamos también nuestras muchas debilidades, nuestros defectos. ¿Cuántas veces, frustrado por los desengaños, desesperado, cansado por los desencuentros, he buscado la fortaleza de esa columna santa para, como hace Jesús mismo, apoyarme en ella buscando la fuerza que a veces no tengo?

Eso es lo grandioso que tiene ser cofrade de Columna. Unamuno se preguntaba a sí mismo una y otra vez “¿qué va a ser de mi?”, ante la incertidumbre inevitable de la muerte. Si Unamuno hubiese sido cofrade de Columna, si hubiera nacido en la Isla, habría hallado respuesta a su pregunta, y de seguro que habría encontrado consuelo para su mortificada alma. Paz para Unamuno y Paz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. COLUMNA ES GRANDE, CADA VEZ MAS GRANDE, Y ESTE ES TU GRANITO DE ARENA PARA QUE ELLO SEA ASÍ.

Yo te entiendo, Señor, cuando te miro
en el frio mármol de tu Columna Atado,
solos Tu y yo, en el recuerdo anclados
de la nostalgia escapada en un suspiro.

Y Allí te veo, Señor, cuando te miro,
paciente en el dolor del flagelado,
llagada la piel de tu costado,
venciendo el dolor  sin dar ni un grito.

¿Pues sabes qué te digo?:

Que prefiero verte vivo,
sobre la mar pescando
o allí, en el verdor de los olivos

Prefiero vente en mí,  en mi interior
y haber sentido
la fuerza de tu amor,
y ser tu amado.

Muchas gracias por todo.

HE DICHO.

Ignacio Bermejo Martínez

ACTO DEL CARGADOR DISTINGUIDO 2019



INTERVENCION POR LOS DIFUNTOS
ACTO DEL CARGADOR DISTINGUIDO 2019

Dicen que Dios es la sustancia que todo lo forma, que todo lo une,  que en Él estamos inmersos como atributos, integrando parte de un todo al que pertenecemos de manera irrenunciable y del que no podemos separarnos, porque todos formamos parte de Él. Sustancia universal que todo lo abarca, que todo lo inunda y lo llena, que todo lo puede y lo conquista, que todo lo vence y lo convence, concepto que explica todo lo conocido y lo desconocido, todo lo pasado, presente y futuro, todo lo que está y lo que no está, todo lo que es y no es.

En este sentido, y a modo de oración a ese Dios de la Unidad  yo digo:
“Non nobis Domine,      non nobis,       sed Nomini Tuo da Gloriam!”  oración con la que rezaban a diario los soldados pobres de Cristo,  del Templo de Salomón,  de Jerusalén, o lo que es lo mismo,   los Caballeros Templarios de los que en nuestra Hermandad ha adoptado su Cruz de San Juan que tan orgullosamente lucimos en nuestra indumentaria procesional. Cruz roja bordada de ocho puntas, que relucen como lo hacen las ocho bienaventuranzas, y que en este momento quieren representar igualmente a los ocho cargadores que este año han fallecido:

Pedro Placido Jiménez, Perico el Perro, Cargador Distinguido 2012.
Luis Sánchez Ordoñez, capataz de Cristo Rey.
José Miguel Petralanda Muñiz, el Petra.
Andrés Sánchez Marín, el Policía.
Sebastián Rosales Piñero.
José María Gil Ruano, el Capacha.
Antonio Valverde Muñoz.
Y Agustín Sabao Moreno.

Ocho cargadores que, como aquellos soldados de Cristo, con su particular manera de vivir la fe bajo los pasos, cargando con la maera, también dieron testimonio y rezaron el conocido Salmo 113:9: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu bondad, por tu lealtad”  Así murieron quienes donaron el sacrificio de la carga durante toda sus vidas, como una oración en el dolor, queriendo representar en su sufrimiento la inmolación de Cristo.
Que ese Dios Absoluto, que ese Dios del Amor, los haya acogido por siempre en su gloria.
Descansen en paz.


Ignacio Bermejo Martinez

PRESENTACIÓN CARTEL EL CASTILLO DE SAN FERNANDO




16/03/2019

SALUDOS
JUNTA DIRECTIVA DEL CIRCULO DE ARTES Y OFICIOS
COMPAÑEROS DEL GRUPO MUNICIAL
COMPAÑEROS DE CORPORACION.
HERMANOS MAYORES DE COLUMNA Y DE RESURRECION
HERMANOS DE AMBAS
AMIDOS TODOS.

MENCION ESPECIAL Y AGRADECIMIENTO A LA DIRECCION DEL PERIODICO EL CASTILLO DE SAN FERNANDO


DOMINGO DE RAMOS

A esa hora mágica en la que la claridad de la tarde se escapa de la Isla por las rendijas de sus centenarios cierros, cuando la luz púrpura, mortecina, se eleva al cielo, hasta las nubes mismas, para rendirse al amor de una noche ineludible, a esa hora de contraluces y de secretos, en la que el silencio se apodera de todo el espacio, expandiéndose como una onda por el aire, en ese momento místico en el que el misterio se confiere del blancor de las fachadas, tiñéndolas de grises hasta sus altas almenas, que se asoman, entre asustadas y curiosas, a las calles para saber qué ocurre, a esa hora mágica, A ESA HORA, la silueta en sombras de un Cristo Vivo llega sutil y poderosamente. Nos va atrapando a todos y a todas, despacito, con suavidad y elegancia, con humildad y prestancia, intuyéndose en su rostro, apenas vislumbrado, esa mirada de pasión contenida, un gesto de santidad desbordada que nos sobrecoge, y es entonces, en ese justo momento, cuando un escalofríos nos recorre el cuerpo, cuando se nos eriza el  vello, cuando un nudo se apropia de nuestras gargantas, cuando se nos escapa un suspiro, nacido de lo más profundo de nuestro ser.


Llega Jesús, JESUS DE LA COLUMNA y lo hace pletórico, manso como el cordero, y orgulloso como un Rey. Benditas contradicciones de un pueblo que una y otra vez anda pidiendo escaleras para subir a la cruz, para quitarle los clavos al hombre que nos dio luz. Escena que nos embriaga a todas las personas que miramos su bendita silueta procesionar una Semana Santa más, y nos llega a todas por igual, en plural y en singular, a todas, a todas a mí, a todas y a ti, y a ti, y a ti, conquistándonos para sí, adueñandose de nosotros, y hermanándonos en ese mensaje de amor universal que predicó con su ejemplo, un mensaje de igualdad y de justicia que nos repite cada año desde ese trono de madera barnizada que lo alza ante nuestros ojos como el hombre más bello que jamás haya existido: Jesús, el Rey de los Humildes,  tesoro de la Isla, corazón que palpita al son de los mecios impregnados de la tradición más pura y más certera, la tradición más auténtica y más antigua. Cultura y alma de esta tierra, que, contagiada de amor y de pena, y herida de muerte por la pasión palpitante más sentida y más sufrida, hacen de un día ordinario como cualquier otro, un verdadero milagro: un DOMINGO DE RAMOS en San Fernando, para que, como cada año, una vez más, se vuelva a parar el tiempo. Domingo de Ramos en la Isla, el día que nacerá temprano, que azuleará por el cielo orgulloso, presumiendo de torres y de campanarios, disfrutando de la victoria de la llegada del día tan esperado, el mismo día que morirá púrpura, presagiando que todo lo que nace, ha de morir, que todo lo que empieza, ha de terminar, como alegoría de la verdad más grande.  Domingo de Ramos en la Isla, DOMINGO DE RAMOS EN LA ISLA ¿para qué queremos más?


Esta es la imagen con la que el periódico digital El Castillo de San Fernando, conmemora un año más la Semana Santa. En esta ocasión con la preciosa silueta a contra luz de Jesús de la Columna, Hermandad que, por cierto, se encuentra celebrando su 125 Aniversario Fundacional y, por tanto, permítanme que aproveche para que en el nombre del periódico El Castillo de San Fernando, y en el mío propio, felicite a la hermandad por tan relevante efeméride.

Esta es la aportación que hace este periódico a la ciudad, su regalo valioso, la manera que tiene de apoyar y promocionar las cosas de aquí, y es justo reconocer que este gesto, de solidaridad y compromiso, no es ni gratuito ni fácil. Me consta que es mucho el sacrificio.  Siete años en San Fernando, desde el 2012 cuando se iniciara este proyecto, y al frente de este, una mujer apasionada, soñadora, emprendedora, que no duda en estar allí donde la llaman, colaborando, implicándose. Esther Gracia Vega, la Directora y propietaria, desde que adquiriera la marca al Grupo de Comunicación Digital.


Desde que lo hiciera, afronta su misión con una ilusión envidiable, ilusión que contagia a todos quienes la tratan. Ella no es de aquí,  pero como si lo fuera. Me cuenta que es de  muchos lugares, Zamora, Sevilla, Valladolid o Madrid, ciudades por las que ha pasado, recabando finalmente en esta tierra, de la que también me consta que es una gran enamorada.

Gracias Esther por esta implicación tuya, no solo con la Semana Santa, sino con todo lo que concierne a la ciudad de San Fernando. Espero y deseo de todo corazón, que tu trabajo dé los frutos esperados, porque es de justicia que quien siembre recoja. Que así sea.


Para mi gusto, que soy hermano de Columna ya casi cincuentenario, no podían haber elegido una mejor Hermandad, pues es por todos conocido el sentimiento que siempre he profesado a esta preciosísima imagen, que si bien ya me cautivó en mi adolescencia con esa pose de humildad ante el dolor, ante la humanidad imperfecta, que ni controla ni entiende, que castiga y lastima sin compasión alguna,  no deja de hacerlo a diario, cautivarme digo, cada vez que la veo, y es que, lo quieran creer o no, a Jesús de la Columna lo tengo muy, pero que muy presente siempre, tanto, que lo veo todos los días de mi vida, porque así lo decidí de manera voluntaria, colocando un precioso azulejo con su imagen en la fachada de mi casa. Desde allí la preside y allí lo siento, como escudo protector, simbolizando en resumen, el infinito inexplicable de mi verdadera fe, materializándose en ese punto de manera alegórica,  la totalidad de la sustancia que me recuerda, cada día, que allí está, mirando por mí y por los míos, evocando el universo inabarcable de un Dios hecho Misterio que todo lo puede y todo lo explica, que todo lo comprende y lo perdona, EL DIOS DEL AMOR, que un día se hizo hombre y habitó entre nosotros, para mí, precisamente EN MI CASA.


Felicitar al autor por esta instantánea tan irrepetible. Su nombre, Antonio Quintero Bozo, uno de los fotógrafos cofrades que van consiguiendo año tras año, que su nombre aparezca impreso en más de un lugar, con letra grande y en mayúsculas. Este es su cuarto cartel cofrade para el Periódico el Castillo de San Fernando, y así seguirá siendo en el futuro, por expresa voluntad de la dirección del mismo. Este año ha sido además premiado por la Asociación de Jóvenes Cargadores Cofrades y las Hermandades de Tres Caídas, Caridad, Columna y Perdón, que lucirán sus valiosas obras por los escaparates de los comercios de la ciudad, una obra hecha carteles, con la maestría que aporta la experiencia que poco a poco Antonio va atesorando. Él es hermano de Nazareno desde el año 81, año en el que también ingresó como hermano de la Misericordia de Cádiz, o la Hermandad de la Palma, como la conocen. Pertenece también al Santo Ángel, de la Castrense gaditana desde su refundación, y como fotógrafo forma parte de la Asociación FOCOIS de San Fernando, donde es muy apreciado y querido, como le ocurre con este periódico, del que es su fotógrafo cofrade oficial.


Esta imagen, evoca al verla una tormenta de ideas, de sensaciones encontradas. Por un lado, teniendo en cuenta que la imagen se captura en la calle 24 de Septiembre, creo que lo que el autor pretendió conseguir fue resumir la esencia de la ciudad entera. San Fernando, expresado desde un lugar y un instante concretos, en el momento justo de disparar la cámara, un atardecer en penumbras, y concretamente en la calle 24 de Septiembre, fecha que nos recuerda a los lugareños el génesis de la ciudad como tal,  en la que se innauguró la Asamblea Constituyente, para la celebración de aquellas Cortes de Cádiz, aquellas Cortes que pariesen a la Pepa, nuestra hija predilecta,  con todo lo que ello significa de progreso y de avance en los derechos para la humanidad.  Mirar y ver este cartel, es mirar y ver a la Isla entera, presentir la fuerza de su historia, apreciar la idiosincrasia de todo un pueblo. Y es que no se puede hacer más con menos. Enhorabuena Antonio, porque nos haces un regalo grande, una fotografía que quedará coleccionada, guardada, expuesta o recordada en muchos lugares para contarrnos todo esto que he dicho. 


Por otro lado, y siguiendo con esa línea filosófica que abrió el Consejo de Hermandades, publicando este año un cartel muy innovador en cuanto a su forma apaisada, y muy valiente y aristotélico por sus características estéticas y artísticas, pues pretende expresar, mediante el empleo de tonos grises, y ciertamente así lo consigue José Juan Díaz Rodríguez con su brillante discurso, que la centralidad debe ser considerada como una de las mejores virtudes de los hombres: el valor de lo centrado, EL CENTRO, en este otro cartel esa expresión artística es radicalmente diferente, porque en  esta otra ocasión nos encontramos con una imagen que bien podría trasladarnos al mito de la Caverna de Platón: La expresión perfecta del mundo de lo sensible, un Cristo en penumbras, visto a contra luz, como si estuviese alumbrado desde atrás por esa llama encendida que simboliza el mundo de las ideas, o mundo inteligible, donde descubrimos todo aquello que existe eternamente, predisponiéndonos a aceptar la esencia de la verdad absoluta, una verdad que predica en sí mismo, con su ejemplo y su mensaje. OBVIAMENTE ESTAMOS ANTE UNA CARTEL MUY PLATONICO.

Una sombra de la verdad proyectada sobre la pared, en la caverna de nuestras almas, invitándonos a buscar esa escalera mística que permita elevarnos a ese otro nivel, ese otro mundo donde la visión de esa verdad es posible, alumbrada por ese sol, por esa llama que viene a ser DIOS MISMO,  ese Dios del Amor que todo lo ilumina y lo calienta.  Alegoría de valores buenos que deben impregnarnos el alma, motivarnos en el esfuerzo, cargarnos de las fuerzas para luchar cada día por ser siempre libres y mejores personas, más justas y honestas, más limpias, más transparentes, más fuertes y felices. 


¿Quién me presta esa escalera
para llegar a la luz,
para escapar de las sombras
y del dolor de esta cruz?
¿Quién me presta esa escalera
para subir de verdad
hasta ese credo de amor
que me de la libertad
y me cure del dolor?




Muchas Gracias.

sábado, 8 de diciembre de 2018

Orquesta Sinfónica de Londres - Clásicos de Navidad (Álbum Completo)

Cuento solidario de NAVIDAD


Jamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de aquel profundo pesar y de miedo, los de la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Algunos de sus compañeros habían perecido tristemente,  personas desesperadas que se lanzaron al peligro de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia. 
Venían huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo que continuar en su país era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y  Caleb, que perecieron víctimas de un lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un joven adolescente que soñaba con ser futbolista. 
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas del océano. Al verla no pude más que ofrecerle mi abrigo en un gesto espontaneo de solidaridad sincera, pero ella la rechazó asustada, continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes, insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nada que temer, que solo pretendía protegerla del frio, y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la que se cubrió de inmediato.  Asentí pretendiéndole mostrar un gesto amable.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cenar, una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años,  unas personas llegaban al portal de la  posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el mismo error de esconderlas en las cuadras, con los animales. 

FELIZ NAVIDAD

Ignacio Bermejo

Ignacio Bermejo MartinezJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDADJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDADJamás olvidaré aquellos ojos negros, cargados de un profundo pesar y de m
iedo, los de
la joven Jalila, tras haber sido rescatada de un naufragio en el estrecho. Alg
unos de sus
compañeros habían perecido tristemente
,
personas desesperadas que se lanzaron al peligro
de lo desconocido, en busca de una pequeña esperanza que alumbrase su existencia
.
Vení
an
huyendo de una guerra cruenta, quizás del hambre o la miseria, sabiendo qu
e continuar en su
pa
ís era aceptar una muerte segura, como la de, Josué y Caleb, que perecieron
víctimas de un
lanzagranadas asesino al regresar del campo. Josué era su padre y Caleb su hermano, un
joven
adolescente que soñaba con ser futbolista.
Ella titiritaba de frio. Sus ropas estaban empapadas con las gélidas aguas d
el océano.
Al verla no pude más que ofrecerle mi chamarreta en un gesto espontaneo de so
lidaridad
sincera, pero ella la rechazó asustada
,
continuó mirándome con aquellos ojos negros y tristes
insegura y temerosa. Yo insistí tratando de hacerle ver que no tenía nad
a que temer, que solo
pretendía protegerla del frio
,
y nada más. Al final extendió su brazo y aceptó la prenda con la
que se abrigó de inmediato. Yo
,
tratando de respetar su espacio, tan solo asentí con la cabeza,
y ella me sonrió agradecida.
Aquel día se celebraba la Nochebuena, y en casa me esperaban para la cena en familia,
una Nochebuena especial en la que, como hace más de dos mil años, unas
personas llegaban
al portal de
la
posada para pedir ayuda, y de nuevo no podíamos cometer el error de
esconderlas en las cuadras, con los animales.
FELIZ NAVIDAD