viernes, 25 de enero de 2013

La Tienda del Tiempo Perdido

Tras el primer experimento, el texto anterior que he titulado "El Museo de los Sueños Olvidados", mi amigo Javier León me propone un nuevo reto, esta vez sobre una casa que custodia el tiempo que hemos perdido. "La Tienda del Tiempo Perdido" lo he titulado. Espero que os guste. Leed el texto oyendo esta música:




Oscureció  mientras nos acercábamos a la ciudad que empezaba a brillar  en el horizonte como un firmamento de mil  estrellas.  
Tras atracar,  desembarcamos en el puerto, dejando atrás la fría oscuridad del mar, sintiendo en el alma,  una vez más,  esa paz de quien  por fin  se sabe a salvo.  Volver a tierra firme, después de tanto tiempo,  era motivo suficiente para sentirse feliz. Había que celebrarlo, así que nos adentramos,  subiendo por la calle más próxima, en busca de un sitio cálido donde refugiarnos del frio y  la humedad de la noche, algún lugar que nos ofreciera un plato caliente de sopa y un buen vaso de vino,  cuando vimos, a pocos metros de allí,  aquella extraordinaria casa que rezumaba magia por todas sus esquinas.
Nos acercábamos curiosos hasta el ventanal más grande, nos asomamos dentro y descubrimos, perplejos y asombrados, que las paredes del interior estaban llenas de pequeños cajones que subían desde el suelo hasta el techo.
Algunas personas entraban en aquella tienda en busca de algo que no atinábamos a vislumbrar. Lo hacían serias, preocupadas, algunas incluso compungidas, pesarosas y dolidas, pero aquella tristeza que mostraban al entrar,  se desvanecía al tiempo que un pequeño hombrecillo, subido en una escalera de madera, les atendía amablemente abriendo alguno de aquellos cajones, de los que parecía salir un soplo de alegría o una brizna de vida.
-Disculpe Señor- preguntamos a uno que salía de allí tan contento. -¿Nos puede decir qué venden aquí?- Aquel hombre sonriente, nos miró complacido y muy gentilmente nos contestó:
-Aquí no venden nada. Aquí tan solo podemos recuperar el tiempo que alguna vez perdimos. 


Ignacio Bermejo Martínez

EL MUSEO DE LOS SUEÑOS


Pincha en esta música y lee el texto que publico seguidamente: 

LA CASA ENCANTADA
“Alguien me dijo alguna vez que nunca se abandonan completamente los sueños. Pensaba precisamente en ello al recorrer las calles londinenses, atravesando la niebla sólida que lo ocultaba todo, cuando de repente descubrí aquella extraordinaria casa que rezumaba magia por los cristales de sus ventanas. No cabía ninguna duda, por fin había encontrado El Museo de los Sueños Olvidados. Sentí la necesidad de entrar inmediatamente. Aún no sé si fue la prudencia o el miedo, lo que me contuvo, antes de que finalmente decidiera continuar caminando, para marcharme extasiado de aquel lugar. Seguro que algún día volveré, no sé cuando, pero seguro que lo haré”

Ignacio Bermejo Martínez. 

jueves, 24 de enero de 2013

Democracia, competencia y transparencia contra la corrupción política.



Democracia, competencia y transparencia contra la corrupción política.
Yo no sé cuanto aguantará la sociedad civil española  esta avalancha de casos de corruptela política  que se encadenan cada día  para el asombro y la desesperación de muchísima gente que, cada vez, entiende menos cómo pueden ocurrir estas cosas. Presiento que se acerca el día en que se diga ¡Basta ya!, y lo cierto es que es preocupante, que toda esta contención social y este conformismo que vemos ante todos estos escándalos, estalle de repente en una revolución que pudiera llegar incluso a ser violenta, dados los graves casos de emergencia social que al mismo tiempo estamos viviendo, por el incremento descontrolado del desempleo, los desahucios, los despidos, el recorte de derechos, la injusticia social creciente, la desigualdad, etc.
El español medio, que dicho sea de paso, ha mermado de tamaño en los últimos años, y obviamente no me refiero a la estatura,  está soportando todos estos desbarajustes, porque sobre sus espaldas recae la repercusión de tanta mala gestión y tanta tunantería, y yo creo que empieza a cansarse de que se hable de sacrificio cuando los que ostentan el poder,  hacen todo lo contrario.
Es cierto, y en eso coincido con quienes así lo afirman, que la corrupción no es exclusiva del ámbito político, sino que realmente es un reflejo de la sociedad en su conjunto, pero aunque la corrupción existe lógicamente en lo público y en lo privado, en el primer caso es mucho más preocupante e  importante porque, en definitiva, el dinero que se pierde, o que se roba, es dinero de todos.
Si observamos la naturaleza, podríamos afirmar que los seres vivos son, en cierta forma, generadores de elementos contaminantes. Los seres vivos generan residuos tóxicos, y por eso cuentan con el aparato capaz de evacuar esos residuos y mantener limpio y sano el organismo. En la política debería pasar algo similar.  En todos los sistemas políticos existe corrupción,  eso es inevitable, pero lo lamentable es que esos sistemas no cuenten con circuitos de evacuación y limpieza de toda esa suciedad. Seguramente piensen que nuestro sistema cuenta con los juzgados, pero la justicia, como la economía, el periodismo y otras muchas ramas del saber y de la organización humana, se han convertido en bienes de consumo, generalmente al alcance de los bolsillos más pudientes.
España está carente de leyes que regulen la práctica política, y que dote a los partidos de una especie de riñones por donde evacuar toda la suciedad  que generan y puedan purificarse.  Hay que cambiar el funcionamiento de los partidos políticos, porque hay que evitar que la gente se apoltrone y se conviertan en políticos profesionales, que es el fundamento, creo, de la existencia de este tipo de corrupción.
En los partidos políticos debería valer ese precepto de un hombre un voto, para evitar que determinados personajes se asienten en sus puestos directivos y que ni Dios sea capaz de moverles de ese sitio, entre otras cosas, porque este apoltronado dedicará todo su tiempo y su energía en mantenerse él en el puesto y para beneficiar a su camarilla de amiguetes.
Los congresos de los partidos deberían ser organismos realmente democráticos y donde existiera, de manera real, una verdadera competencia entre los candidatos que libremente decidan optar por un puesto y, por supuesto, una transparencia total y absoluta.  Un hombre un voto,  el voto secreto y el derecho a voto de todos los militantes, generaría nuevos candidatos, seguramente mejor preparados y predispuestos.
Otro de los aspectos a corregir, es el ejercicio público, cuyo tiempo debería estar regulado. Nadie debería poderse presentar a más de dos mandatos, porque el servicio publico debería ser una vocación, y nunca una profesión.
Necesitamos, y de manera urgente, una Ley de Partidos como la alemana, que imponga congresos periódicos, que obligue a que los delegados se elijan por sufragio secreto entre la militancia, que obligue a hacer primarias para elegir a todos los candidatos a cargos representativos, y que obligue a auditorias externas independientes.  ¿Por qué nos fijamos en Alemania en todo menos en eso? ¿Seremos capaces de acometer esa reforma de manera generosa, responsable y pacífica?
Ignacio Bermejo Martínez.