miércoles, 26 de diciembre de 2007

¿Qué celebramos en estas fechas?

La pregunta, a priori, podría parecer estúpida, pues cualquier cristiano me respondería al instante que el nacimiento de Jesús, la Natividad del Señor. Pero ¿cómo es que celebramos ésa efeméride si sabemos que no es cierto que el Señor naciera cuando creíamos? Según los grandes teólogos de nuestro tiempo, poco o nada se conoce de la infancia de Jesús. Algunos evangelistas, como San Pablo, se niegan a hablar de ella porque mantienen la tesis de que sólo ha de trascender la parte verdaderamente importante de la vida del Maestro, su vida pública, su muerte y su resurrección, posiblemente para evitar la tentación de convertirlo en un fetiche más de nuestra fe.
Creo que el hombre es un ser creyente por naturaleza, así se puede comprobar en las pinturas rupestres y en las más contemporáneas creaciones artísticas, en las que es relativamente sencillo descubrir la dependencia del ser humano a una fuerza superior que sostenga y guía su destino. El hombre es tan pequeño, tan insignificante en el mundo donde vive, y se encuentra tan sólo y desorientado, que es necesario para su supervivencia la idea de un dios poderoso donde sostenerse, alguien en quien crecer y en quien fortalecerse. El concepto de dios es necesario, e independiente a las distintas doctrinas religiosas existentes en el mundo, el hombre cree por naturaleza, aunque lo haga de forma pagana.
Por eso no coinciden las fechas ni los hechos históricos del nacimiento de Jesús, porque la Iglesia ha sido la gestora durante muchísimo tiempo de esta necesidad natural del hombre, y ha ido encajando, como si de un puzle se tratara, los distintos signos para convencernos de que aquel hombre que vivió y murió por el resto era verdaderamente el Hijo de Dios.
Los judíos basaban sus creencias en las Sagradas Escrituras, las que interpretaban escrupulosamente. Sólo aceptarían a un Mesías en cuya persona se cumplieran todas las profecías. Por eso José pertenece a la estirpe del Rey David, y por ello las cosas están ordenadas tal y como lo están.
Motivados en la idea de consolidar a Jesús como el Mesías esperado por el pueblo de Israel, algunos evangelistas, canónicos y apócrifos, se aventuran a contarnos su nacimiento e infancia, pero basándose en narraciones que ya existían anteriormente. Ellos sólo buscaban fortalecer la imagen de Jesús con un auto de fe que lo proclamara efectivamente el Rey de la Humanidad, pero lo cierto es que Jesús no nació en la fecha que celebramos y muy posiblemente ni siquiera lo hiciera en Belén, tal y como nos cuenta la tradición. Los hechos que nos narra Lucas sobre la anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María, tal y como predican algunos sacerdotes, son demasiado similares a los acontecidos muchísimo antes a otra virgen desposada con un rey y que engendraría por obra del Espíritu al Profeta Isaías. ¿Y porque se cuenta así? Posiblemente porque en aquel tiempo, nacer de aquella forma tan singular, significaba realeza. Los reyes egipcios nacían así, engendrados siempre en vírgenes por obra del espíritu. Afirmar esto de Jesús implicaba por tanto concederle naturaleza real, algo necesario para ensalzarlo en busca de su condición Divina.
¿Tiene entonces sentido celebrar la Navidad? Para mí sí. Todo el sentido del mundo, pues pienso igual que Pablo. ¿Qué importancia tiene para mi relación personal con Dios la verdadera historia del nacimiento e infancia de Jesús? Lo verdaderamente importante es su ejemplo de vida y su mensaje. Palabras de esperanza y de salvación a las que no renunciaría por nada del mundo. Feliz Navidad.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Divertida controversia

La mantenida por D. Manuel Zambrano y D. Enrique Montiel, en un periódico de la competencia, al hilo del incumplimiento de las promesas que hiciera en su día el PP a la Asociación de Vecinos Casco Histórico sobre la modificación del PEPRICH, caso de llegar a gobernar en San Fernando.
Divertida y sorprendente, sobre todo por la forma en que el Sr. Montiel defiende a Carmen Pedemonte, advirtiendo de que abrir cualquier discusión sobre sus incumplimientos electorales conlleva el riesgo de aplanar el camino hacia la alcaldía de López Gil, algo que dice ciertamente de una forma que parece como si nos estuviera advirtiendo de la llegada del temido lobo, faltando claramente al respeto de todas aquellas personas que votaron al PSOE y, por supuesto, también al candidato, quien por cierto, quiero subrayar que fue el legítimo ganador de las ultimas elecciones y el que está demostrando una mayor coherencia política.
Muchísimo más interesante me parece la respuesta del Sr. Zambrano, mostrando claramente un sentido más democrático, pues además de respetar y reconocer al partido de la oposición como una opción lícita, válida y posible para gobernar, como cualquier otra fuerza política legar que libremente se presente a los comicios, se reafirma en sus postulados sobre el lamentable plan urbanístico encabezado por la Sra. Pedemonte, opinando con libertad y exhibiendo una claridad mental realmente envidiable. Coincido con él al opinar que nadie debiera escudarse en un pacto (de contenido desconocido), y muchísimo menos justificarse con no ser la Alcaldesa. Obviamente no lo es, pero sí la responsable del área urbanística, sin que haya tenido los jarretes necesarios para cambiar la política mantenida hasta el momento por el PA, antes tan criticada por ella misma, a pesar de tener poder para hacerlo.
A este segundo escrito responde el Sr. Montiel con otro en el que reitera su defensa al gobierno local, justificando la subida de los impuestos con el encarecimiento de una retahíla insufrible de artículos de alimentación. Confiesa el escritor que el mismo Alcalde le ha mandado una carta para explicarle los números de la subida. Para mi gusto, una forma algo pretenciosa de comenzar el escrito, pero allá cada cual. No obstante, tanto besar la oreja del poder establecido me llevan a poner en tela de juicio las opiniones de ésta ilustre persona, pues aunque tiene todo el derecho del mundo para decir lo que le venga en gana, que para eso hay libertad de expresión, opino que debería de hacerlo con mayor independencia, dicho esto con todo el respeto del mundo.
No obstante, el más divertido de todos estos escritos es el último, firmado por la mismísima Sra. Pedemonte, quien se suma al carro de las opiniones en prensa, pero para defenderse personalmente, reprendiendo de forma sesgada al Sr. Zambrano, a quien culpa de falta de lealtad, restregándole su amistad, y bla bla bla. ¿Chantaje emocional? Patético. Realmente lamentable para una política de su talla.
La Sra. Pedemonte no debería de entrar al trapo de nadie que opine sobre su gestión política en el Ayuntamiento. Creo que debería mostrarse muchísimo más tolerante con las opiniones de los ciudadanos descontentos, más incluso de éste, quien al margen de ser, al parecer, un gran amigo suyo, es una persona a tener muy en cuenta por su valía personal. Ella debería entender que es carne de cañón, le guste o no. Para eso se presentó y para eso ejerce como Jefa de Urbanismo. Soportar las críticas al cargo que ostenta entra dentro del sueldo.
Nunca llueve a gusto de todos, y lo del PP, lo reconozcan o no, ha sido una rotunda bajada de pantalones.Feliz Navidad a todos.

martes, 11 de diciembre de 2007

La caverna.

Existe un punto de inflexión en la historia particular de algunas personas tras el que la dignidad humana que le es propia por naturaleza es vencida, y las convierten, irremediablemente, en animales que obedecen la voz de su amo. Son los nuevos esclavos. Se trata de un instante en el que la vida pierde todo su valor, y que sería del todo insuperable, a no ser que se cuente con una poderosa luz interior que, independientemente de la anulada y maltrecha que tenga su voluntad, guíe al hombre y lo ayude a trazar una nimia línea que rija sus pasos sin sentido hasta lograr alcanzar una situación mejor, en la que todo su martirio haya pasado.
Y es que, por más que no queramos reconocerlo, por más que escondamos la cabeza debajo del ala para no tener que mirar, la esclavitud y la trata de personas existe hoy día para vergüenza de nuestro tiempo y de nuestra sociedad. ¿Qué son sino esas jóvenes que traen engañadas para ser explotadas sexualmente? Ellas pertenecen a un mundo corrompido del que no podrán escapar sin poner en peligro sus vidas.
Las más afortunadas, aquellas que cuenten con esa luz interior que les ayude y les de fuerzas, conseguirán de alguna forma volver a valorar sus propias vidas por encima de la constante humillación que sufren, pero ¿qué pasará con aquellas que sean incapaces de enfrentarse a su tragedia? Seguro que morirán.
Existe otra clase de esclavos que, siendo menos llamativos que las prostitutas, sienten también en sus carnes la opresión y el látigo del egoísmo desmesurado de gente sin corazón que no tienen escrúpulos. Son carne de negreros que no dudan en explotarlos sin respetar sus derechos laborales ni sociales. Mal llamados empresarios, que pisotean a sus trabajadores y se nutren de su sangre imponiendo jornadas interminables en las que se trabaja sin descanso, con salarios ridículos que sólo dan para subsistir de mala manera, con toda la inseguridad y los riesgos del mundo. Estos trabajadores también son maltratados psicológicamente con el chantaje de perder el puesto de trabajo si no entran por el aro, además de sufrir otros abusos, como ser extorsionados para que el embaucador pueda enriquecerse ilícitamente. Estos trabajan hasta la extenuación, hasta perder la óptica de cualquier horizonte posible. Cuando todo se torna negro e infinito, también alguno de ellos sienten dentro de sí esa poderosa fuerza que les sirve como resorte para mantenerse de pie y revelarse. Es la esperanza, la ilusión de que ese momento pasará y todo recabará en justicia y felicidad. En ello radica la esencia del valor. Ésa es la dignidad humana. Cualquier hombre independiente, nunca debería ser privado de la libertad, de su libertad abstracta y absoluta, una libertad que a veces se pierde por su capacidad de amar y entregarse a los demás.
Contra estos explotadores, no existe lucha ni ayuda posible. Los gritos de socorro brotan desde el alma de su gente, pero son gritos mudos que nadie puede oír, sólo quienes han gritado así alguna vez pueden entender de qué se trata. Son alaridos sin sonido que escapan por los ojos. Miradas que nacen cuando no quedan fuerzas para las palabras. No existen quejas, y aunque ceder ante la dominación pudiera parecer un acto de rendición, es todo lo contrario. En la derrota de la voluntad, en el despotismo del otro, en el clamor del cansancio y en esos gritos callados, se forja el ímpetu más poderoso que jamás pudiera sentir el hombre que sabe que todo pasará, y cuando así sea, se elevará hasta un lugar donde nunca más volverá a ser vencido. Sólo la carne del hombre puede rebajarse a la esclavitud. Jamás el alma. El alma es el arma más poderosa y temible de que dispone. Aquellos que no la respeten, terminaran siendo pisoteados, execrados para la comunión de los justos, cuando éstos decidan que ya es tiempo de salir.

martes, 4 de diciembre de 2007

Problemática de la zona azul.

La zona azul en la Isla está generando problemas que por lo visto nadie había previsto y de los que alguien se tendrá obligatoriamente que hacer responsable, por ejemplo, el que padecemos los vecinos de la calle Mazarredo desde que Gravina y Maestro Portela se han señalizado como zona azul, y es que, al margen de que estacionar en Mazarredo está prohibido, y de hecho incluso han multado en alguna que otra ocasión, retirando los vehículos con la grúa, la única zona cercana para aparcar es Gravina o Ancha, y nos vemos obligados, obviamente, a pagar por hacerlo, si no queremos dejar el coche en las quimbambas. Ello significa que sufrimos los mismos problemas de los considerados residentes sin que nos reconozcan esta condición. ¿Es justo? No se trata de protestar por tener que pagar obligatoriamente para poder aparcar, sino de exponer el problema que se nos ocasiona, sin quererlo ni comerlo, a los que vivimos en la calle de en medio, donde a pesar de no poderse aparcar lícitamente, nos vemos también imposibilitado de poderlo hacer porque la calle se colapsa diariamente de vehículos que buscan estacionamiento gratuito, incluso siendo ilegal y arriesgándose a ser multados. Todo esto agravado con la actitud del listo de turno que sabe perfectamente cómo eludir los impuestos y la forma de evitar los permisos pertinentes para montar una empresa, y que emplea por toda la cara la bocacalle Mazarredo - San Rafael para publicitar los vehículos que constantemente pone en venta, usando la esquina como un escaparate gratuito, en detrimento de los derechos de todos los vecinos y del resto de comerciantes que ven como ése se lucra ilícitamente empleando la calle pública como un negocio privado, sin que las autoridades hagan absolutamente nada por evitarlo.
La calle Mazarredo no es zona azul, no puede serlo, pero teniendo en cuenta que se colapsa a diario de vehículos mal aparcados por haberla rodeado de calles que sí lo son, ¿no sería justo considerarnos a los vecinos de ésta como residentes? Yo creo sinceramente que sí, pues al encerrarnos entre dos calles zona azul se repercute muy negativamente en las posibilidades de encontrar estacionamiento, un derecho que ya adquirimos al pagar el impuesto de circulación. ¿O no? La norma es la norma, y está para ser aplicada y cumplida, indiscutiblemente, pero cualquier reglamento que se precie, debería tener la suficiente mano izquierda como para aplicarse con justicia, pues su interpretación estricta podría incurrir en situaciones de desigualdad e injusticia, como la que sufrimos los vecinos de Mazarredo por esta circunstancia en la que seguro no pensó antes nadie. Supongo que como nosotros, habrá más personas en la Isla, y ello es fruto de la improvisación y la mala gestión a la que nos están acostumbrado, lamentablemente, este equipo de gobierno que no da una a derechas.
Visto lo visto, exijo la categoría de residentes de todos los afectados por la zona azul, sean vecinos reales o de aproximación , para afrontar con justicia la repercusiones negativas que nos originan y poder aparcar sin tener que gastarnos una fortuna diaria. Estoy convencido de que esto es lo lógico y coherente. De todas formas, tampoco creo que seamos tantos, ni que mermemos por ello las arcas municipales, que últimamente padece una vorágine de apetito económico que no recordábamos desde hace muchísimo tiempo, con esto de tanto recaudar y subir los impuestos. Es obvio que la Isla no llega a fin de mes y no creo que sea porque los ciudadanos no paguemos. San Fernando es una de las localidades más pobladas, y por tanto, de las que más ingreso generan, ¿Cómo entonces ocurren estas cosas?