viernes, 21 de junio de 2013

Reflexionando con San Agustín de Hipona

Cuando somos capaces de comprender que tras la muerte de quienes queremos  se esconde la alegría de una fiesta, podemos asegurar que estamos en el camino correcto para vislumbrar, para intuir al menos,  el verdadero Reino de Dios.
Ayer, miércoles 19 de Junio de 2013, tuve la gran fortuna de reflexionar en voz alta  con mis hermanos de la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Sagrada Resurrección,  sobre la carta de San Agustín de Hipona “La muerte no es el final”,  y quienes me oyeron,  pudieron entender  el verdadero sentido del poema que dediqué en su día a mi gran amigo Paco, a quien continuo echando de menos,  tanto,  como el primer día que faltó en nuestras vidas.
Su ausencia sigue produciendo  en mi interior un gran abismo, un vacío oscuro de soledad que, incomprensiblemente,  termina derramándose  en un minúsculo llanto de lágrimas dulces. Un llanto triste y alegre al mismo tiempo. Triste por el egoísmo irrenunciable de su pérdida, y alegre al creer, de manera firme y confiada, que él está allí donde siempre quiso estar, con quienes siempre quiso estar y como siempre quiso estar, en la habitación de al lado, esperándonos.


In memoria
Poema dedicado a Paco Luna
De métrica libre, como tributo a la tolerancia
en la que desembocó nuestra verdadera amistad.

Junto a la ladera, amigo, mirando desde abajo,
pasé echándote de menos.

Allí  estabas,
de la mano de la mujer que amabas,  
 compartiendo el alma de las flores
y de la hierba que crece
sobre la tierra mojada,
mostrando a tu amor,
el hombre que miraba,
señalándome orgulloso
 por la amistad sincera
al tiempo que pasaba.

Junto a la ladera, del monte de la paz
donde habitas para siempre en tu palacio eterno,
danzando en una fiesta
de gente  que te quiere y te esperaba.

Y me miraste amable, contento,
bajo las luces de colores
que alumbran la verbena.

Aún no tengo fuerzas para explicar  al mundo
el ímpetu del sentimiento puro ,
y menos,  el dolor de la ausencia repentina  e  inesperada.

No sé como contar la soledad sobrevenida por tu marcha,
ni el vacío profundo como agujero oscuro
que me llenó de pena robando mis palabras.

Junto a la ladera,  amigo, al tiempo que pasaba,
mirando hacia arriba para verte,
contemplando el baile  de la alegría profunda
comprendí  en ese instante,
que era eso, exactamente eso,
todo a cuanto aspirabas.

Descansa en paz,  amigo, y baila.

El tiempo y la ausencia va subrayando la verdadera dimensión del sentimiento de amistad que nos profesábamos mutuamente. 


Ignacio Bermejo Martínez

jueves, 13 de junio de 2013

El fraude moral de la Optimización Empresarial


        Nos dicen que tenemos que sacrificarnos para afrontar la crisis económica, obligándonos a tener que soportar un  tipo impositivo legal del 30%,  que si nos paramos a pensar, es una cifra escalofriante, puesto que de cada cien euros que ingresamos, devolvemos al fisco treinta.

        Pagar impuestos es un buen invento para sostener la sociedad, pero estos deberían ser mucho más equitativos y justos ya que el estado planifica y vigila especialmente al ciudadano medio, por la facilidad que tiene para controlar sus ingresos, y recauda de esa gran bolsa, sin preocuparle que con esa excesiva presión está poniendo en peligro su bienestar y el propio concepto de estado.  ¿Qué o quién es el Estado?  ¿Los intereses de quienes se deben cuidar desde el estado? ¿Qué son los intereses generales?


        Fíjense en varios matices interesantes para la reflexión:

1º.- La recaudación tributaria española depende cada vez menos de los impuestos que pagan las empresas, especialmente las más grandes. En 2007, el impuesto de sociedades representaba el 22.2 % del total de ingresos de las arcas públicas por gravámenes, y ese porcentaje se ha caído en 2012 hasta el 12.7 %.  ¿Considera justo que usted, como ciudadano medio tenga que pagar de sus ingresos un 30% en impuestos y estas grandes empresas solamente un 12.7% de sus beneficios? Resaltando que nosotros lo hacemos de los ingresos y ellos de los beneficios, que no son la misma cosa, téngase el matiz en cuenta.

2º.- Al tiempo que se reduce la presión fiscal en las empresas, ocurre todo lo contrario con la clase media, como si todo respondiera a un plan articulado y maquinado para desmontar el sistema, ya que los ingresos en 2007 por IRPF a los ciudadanos suponía un 36% de lo recaudado por el Estado, y este porcentaje se ha elevado hasta un 41% en 2012. Y que conste que les hablo de IRPF, sin contemplar el incremento del IVA, que también se elevó en todos sus tipos, pasando de 7% a 10%  y de un 16% a un 21% en sus tramos intermedios, en menos de dos años.  Este incremento del IVA ha supuesto un mejor resultado recaudatorio, pues se ha pasado del 27% de 2007, a un 29% en 2012.

3º.- Estas grandes discrepancias recaudatorias entre empresas e individuos se debe a la grandes diferencias entre tipos nominales y efectivos, es decir, lo que resulta tras la aplicación de deducciones.
        Las empresas, como matizaba antes, tributan por sus beneficios, y los ciudadanos por sus ingresos, o sea, que a los ingresos de las empresas se les puede restar todos los gastos deducibles, que no son pocos, bien sean propios o ajenos, porque esa es otra, y al resultado final, el beneficio declarado, que no tiene por qué ser el real, se le aplica el porcentaje a tributar, cuando el individuo tributa por la totalidad de sus ingresos, sin poderse deducir esos mismos gastos, por los que además se le grava con el IVA, con el Impuesto de Hidrocarburos, con el de Lujo o Alcohol, etc...

4º.- El fraude fiscal es muy elevado en España. Pero ¿quién defrauda? Defrauda el que puede, es decir, aquel cuyos ingresos le permite un mayor marco legal para especular y rebuscar vericuetos y resquicios por donde eludir la presión fiscal. El proletariado no puede defraudar, está sujeto a ingresos fijos, completamente controlados y a una legislación demasiado estanca que deja muy poco margen de maniobra.
        De hecho ocurre que esas diferencias tributarias existen incluso entre las mismas empresas, ya que, y valga como ejemplo, las grandes empresas pagan tipos muchísimo más reducidos que las pymes, concretamente un 12% de las primeras,  frente a un 19,1% de las segundas, lo que demuestra que aquí nunca paga más el que más tiene sino todo lo contrario.

        Todo esto es aún mucho más indignante cuando leemos en la prensa que a grandes empresas como Google o Apple en España les salió a devolver su declaración del impuesto de sociedades en los años 2011 y 2012, fruto de la maraña legal  que algunos mal llaman Ingeniería Fiscal, u Optimización empresarial. 

Señoras y señores, esto es capitalismo puro y duro, un sistema poderoso que se reinventa y se perfecciona, y que si antaño se lucraba de la explotación del hombre, hoy día, además de eso, encuentra la manera legal de apropiarse del dinero publico, mediante la reducción de sus tipos impositivos, eludiendo el pago de sus impuestos y, una vez más, como tantas a lo largo de la historia, a costa de nuestra salud y nuestro bienestar y de la salud y el bienestar de nuestra sociedad. Capitalismo puro y duro que merma los derechos de la mayoría en pos de sus intereses, que controla la normativa y el poder, como siempre.


Ignacio Bermejo Martínez.