martes, 28 de abril de 2009

Plataforma pro responsabilidades politicas ya



Hoy he recibido en mi e-mail un correo con el siguiente texto:


Estoy convencido personalmente de que esta iniciativa popular es necesaria, muy necesaria, asi que la apoyo y os pido que hagais lo mismo. Corred la voz.

jueves, 23 de abril de 2009

Una receta para la crisis II

Continuando con el análisis de la actual situación de crisis, y buscando razonamientos históricos que fundamenten una solución progresista al problema, le hablaré de las tesis propuestas por Leonard Simonde de Sismondi, un célebre historiador italiano, con influencias inglesas, que vivió entre 1773 y 1842.
Sismondi afirmaba que la causa de la explotación comenzaba en un régimen de libertad contractual donde los asalariados podrían aceptar su propia explotación, ya que “libertad de derecho no implicaba entonces automáticamente la libertad de hecho”, pues al concertarse un contrato de trabajo, las partes no estaban en la misma situación; el empresario percibiría una ganancia; el trabajador un medio de vida, de modo que sufriría una presión muchísimo más fuerte que el otro.
Estas condiciones más perjudiciales del trabajador se agravaban peligrosamente por la competencia entre ellos por conseguir un puesto de trabajo, pues el maquinismo estaba reduciendo las plantillas de las empresas hasta mínimos históricos. Se limitaban el número de obreros porque de esa manera los empresarios reducían los gastos por mano de obra. Esta aplicación traumática de la ley de la oferta y la demanda obviamente ejercía una influencia hacia la baja de los salarios, y con esto se produjo una separación cada vez mayor entre las clases sociales, siendo a la vez los ingresos de los más pobre lo suficientemente bajos para impedirles el acceso a la propiedad de los medios de producción, mientras que lo que poseían estos medios se beneficiarían de las plusvalías y acumularían capitales en cantidades cada vez mayor. ¿Les suena esto de algo?
La crisis internacional que estamos padeciendo los que menos tenemos, originada por el egoísmo capitalista de las grandes financieras norteamericanas, nos está convirtiendo en más pobres cada día, pero al mismo tiempo, esa nefasta consecuencia está enriqueciendo a los que más tienen, quienes se aprovechan de la deflacción para incrementar sus patrimonios.
Sismondi propuso como solución al problema de la explotación y la superproducción el intervencionismo del Estado, quien debería regular mediante la aplicación de leyes justas, la relación laboral existente entre trabajadores y empresarios. Es lo mismo que sugiero analizando la situación actual, pero con la reminiscencia cierta del rigor histórico.
En épocas de crisis es justamente cuando el Estado debe ser teóricamente más intervencionista que nunca, entre otras cosas, porque en las crisis es cuando la gente pobre se vuelve más débil y vulnerable y el capital, siempre hambriento de beneficios, actúa aprovechándose de su situación privilegiada para provocar la temida separación social de clases.
Aznar se equivoca y se equivocan todos los neoliberales que ven en el individualismo y en el no intervencionismo las recetas para salvar la crisis. ¿Cómo desde un prisma liberal se puede aspirar a mirar por el interés común? El individuo cuida de si procurándose lo mejor y desatiende los intereses y las necesidades de los demás, pues el concepto social que concibe es una pirámide en cuya cúspide se sitúan los potentados, los ricos, los poderosos. Una minoría situada por encima de unas bases empobrecidas y explotadas.
La crisis económica no debe ser el instrumento que empleen los empresarios para extorsionar o explotar al trabajador. Como eso está ocurriendo es por lo que el intervencionismo del Estado debe cumplir un papel primordial en la actualidad social.

(c)Ignacio Bermejo

martes, 21 de abril de 2009

Una receta para la crisis.

Cuando uno lee a Fourier, no puede, cuanto menos, pensar lo mismo que sus biógrafos y verlo como un excéntrico y un fantasioso, pues muchos de los vaticinios que hizo, son alegorías simbólicas de una sociedad en constante movimiento, difícil de controlar y que él pretendía cambiar de manera radical.
Pero cuando hoy analizo la realidad en que vivimos, una sociedad que asume con garantías la existencia de una sanidad pública que cuida de la salud de todos por mandato constitucional y la presencia de estrategias eficaces contra el desempleo, como son el subsidio y la formación, no tengo más remedio que reconocer que aquel hombre tenía algo de visionario, pues en la actualidad se refleja buena parte de aquellos pensamientos y sus falanterios de garantismos con los que quiso organizar la sociedad definen en buena medida las políticas sociales que con el tiempo se han asentado convertidas en derechos. Por tanto, se hace patente el aporte de aquel hombre al avance social, como un idealista del actual sistema de seguridad social y laboral, aunque algunos malintencionados persistan en otorgarle dicho privilegio a la más que plagiada ley del Fuero del Trabajo y a quien la promulgó. Fourier sólo pretendía encontrar un estado de bienestar para el hombre, en unas alforjas distintas a las capitalistas, pues éstas, como se demuestra también hoy, eran esencialmente injustas y egoístas.
Rober Owen, para muchos conservadores, otro iluso soñador que aspiró ilícitamente a ejercer de filósofo sin serlo, también estaba convencido de que el individualismo promulgado por los economistas liberales con las teorías de libre competencia, eran en realidad una justificación a la guerra económica y a la explotación de los trabajadores. Justamente lo que está ocurriendo hoy, cuando muchos vuelven a encontrar como única solución para la crisis económica, recortar el gasto público y los derechos sociales, abaratando el despido, liberalizándolo incluso, recortando las prestaciones y los salarios, como si el trabajador fuera el responsable o el causante de todo el mal social. Es escalofriante oír hablar a Aznar en este sentido, ése mismo individuo que mintió de manera constatada para involucrarnos en la guerra de Irak, aquella que tantos muertos produjo allí, y aquí, y peor incluso, su señora, queriendo cargar sus sandeces con un rigor histórico, obviamente interesado.
Owen propuso el papel de un gobierno activo para la obtención de un sistema nacional de educación, para brindar ayudas a los parados e introducir leyes de reforma en el trabajo de las fabricas. Quería reducir el trabajo de los niños y dedicar tiempo a su educación, mejorar las condiciones de las viviendas de los trabajadores, habilitar tiendas baratas, imponer un sistema de promoción profesional basado en la experiencia y en la buena conducta de los trabajadores, instalar guarderías infantiles y escuelas. El creía que mejorando el entorno social de un hombre, mejoraba al hombre en general, ya que el carácter humano es la consecuencia directa de las circunstancias en que nace, vive y trabaja el hombre. Alguien debería aclararles a los retrógrados de este país, que la actual situación de crisis no es fruto ni consecuencia de los pecados de la clase trabajadora, por tanto, no son en los trabajadores en quienes se ha de encontrar la solución que salve al sistema, ni en sus salarios, sus ahorros o prestaciones sociales. Lo justo sería que las grandes multinacionales recortasen márgenes comerciales y que distribuyesen riqueza, a base de sostener perdidas para equilibrar los muchos y altísimos beneficios que han estado obtenido durante décadas. Que paguen ellos porque son los culpables.
(c) Ignacio Bermejo

lunes, 20 de abril de 2009

Un tiempo para vivir.


Alocado está el tiempo,
y muertos los que duermen.
Quienes no tienen abiertos los ojos de par en par,
no saben lo que pasa.

Alocado está el tiempo,
y todos están ciegos y sordos
y no saben que la luz se bebe.

Alocado está el tiempo,
alocadamente loco,
y yo sólo sé, pues lo veo,
que todos, absolutamente todos,
estamos vivos.

La vida es luz,
la vida es ver,
la vida es tiempo,
un tiempo alocadamente loco
que me muero por vivir.


(c) Ignacio Bermejo

domingo, 19 de abril de 2009

Para mi amiga anonima

Como veo que continías con tus impertinencias, escudandote en la cobardía de mandarme mensajes anonimos, ahora tendrás que identificarte para poder opinar aqui y así tendré tu IP.

martes, 14 de abril de 2009

La Isla de San Fernando (Soneto)


Isla de azuladas torres coronadas
el orgullo de la baja Andalucía,
lugar donde un pendón bien se lucía
alhaja de su historia que es dorada.

Con piedras las murallas levantadas,
San Romualdo valiente defendía,
fortaleza que a su tierra le decía
que antaño fue señor de las espadas.

Y un Puente, el de Zuazo, que sus ojos
con sal del caño eternamente baña
sazonando la memoria del tronío.

Saporito de ayer, que hoy en despojo
se convirtió anhelando ser un río,
si saber que fue el corazón de España.