domingo, 25 de abril de 2010

El último viaje.


Cuando este barco haya cruzado
su mar de agua salada
y arribe vencido hasta la orilla
acaecerá el momento.

Declinará en la arena
dejando su cuerpo desahuciado
a la sazón caprichosa de los vientos
y ofrendará su carne, su piel, sus huesos.

Y la luz, cual la de un faro,
alumbrando como antorcha desde adentro
ahuecará la aureola del milagro
y todo o nada será eterno.

domingo, 18 de abril de 2010

Entre vítores y aplausos

Antes de nada, dado los cometarios que me estáis haciendo, quiero aclarar a todo el que lea este poema que no quiero postularme como un defensor de la tauromaquia. Mi amigo Santiago Muñoz me invitó a una novillada de añojos, en la que lidiaba su hijo, un muchacho de 16 años que aspira a ser torero, y fui a la plaza, y sólo cuento lo que vi y lo que sentí, aunque aclaro que ni entiendo ni me gusta la mal llamada Fiesta Nacional.


No eran luces ni colores
sino espigas que apuntaban a la gloria
danzando con la muerte
entre vítores y aplausos.

Eran sueños que comienzan
despertando al deseo de lo imposible,
el triunfo de una tarde
entre vítores y aplausos.

La mofa allí presente
al son de trompetas y tambores
de platillos que quebraban los temblores
entre vítores y aplausos.

El valor surgiendo tras el miedo,
del guerrero que busca la victoria,
un grito desgarrado de terror junto al mugido
entre vítores y aplausos.

Laberinto perdido de memoria
entre miradas furtivas que escapadas
buscaban a una madre que sufría
entre vítores y aplausos.

Y la sangre de repente fue poesía
tras alzar hacia lo alto sus espadas
cuando el arte se hizo muerte
y el miedo valentía
y la soledad templanza
y el rugido incontenible en la plaza
estalló como homenaje y como ofrenda
al muchacho que triunfaba
entre vítores y aplausos.

sábado, 10 de abril de 2010

De la vida Efímera


Y llegará el tiempo en que la vida acabe,
terminación de un cuerpo sin aliento
que exhala su último suspiro.

Será mi tiempo, y será tu tiempo,
un tiempo sin minutos, sin segundos,
destiempo en donde el fin será lo eterno.

Regresaremos al vientre de la tierra
al polvo, a la entelequia,
emprenderemos nuestra última batalla
en busca de la nada.

Y no lo sé, pero lo pienso,
que llegaremos a un mundo
sin charlatanes, sin flores,
sin mentiras ni falsas esperanzas.

Destiempo de silencio,
de quietud, oscuridad o luz,
de paz intensa,
sin pulsación alguna,
sin corazón ni ruido.

Una línea sin curvar,
vista desde esta perspectiva
que sólo será un punto, traspasado el tiempo,
si acaso eso,
y quizás ni eso.

miércoles, 7 de abril de 2010

Resurrexit


La luz del nuevo día nos inunda.
Llega conquistando los espacio
de la ciudad dormida,
que despierta ruidosa en el asfalto.

Es un murmullo intenso que se extiende
como un alma escapada en la avenida.
La calle se llena de colores y de vida
de risas de pequeños
que caminan.

El claxon bosteza en el semáforo,
brillantes luces que se alternan,
para ordenar la sangre que circula
corriendo por las venas.

Y el gris se hace patente,
en el suelo, el aire y las paredes,
abrigándolo todo.

Es un sonido misterioso,
música entumecida que los cerebros no entienden
melódica,
con ritmo matemático,
de compases repetidos,
definiendo el orden
desde su caos aparente.

La ciudad despierta en un escalofríos,
con vocación de medio día,
y sólo siente la derrota,
cuando la luz es vencida cada tarde,
cada día,
y se oscurece.