Nos dicen que tenemos que sacrificarnos
para afrontar la crisis económica, obligándonos a tener que soportar un tipo
impositivo legal del 30%, que si nos
paramos a pensar, es una cifra escalofriante, puesto que de cada cien euros que
ingresamos, devolvemos al fisco treinta.
Pagar impuestos
es un buen invento para sostener la sociedad, pero estos deberían ser mucho más
equitativos y justos ya que el estado planifica y vigila especialmente al
ciudadano medio, por la facilidad que tiene para controlar sus ingresos, y
recauda de esa gran bolsa, sin preocuparle que con esa excesiva presión está
poniendo en peligro su bienestar y el propio concepto de estado. ¿Qué o quién es el Estado? ¿Los intereses de quienes se deben cuidar
desde el estado? ¿Qué son los intereses generales?
Fíjense en
varios matices interesantes para la reflexión:
1º.- La recaudación tributaria española depende cada vez
menos de los impuestos que pagan las empresas, especialmente las más grandes.
En 2007, el impuesto de sociedades representaba el 22.2 % del total de ingresos
de las arcas públicas por gravámenes, y ese porcentaje se ha caído en 2012
hasta el 12.7 %. ¿Considera justo que
usted, como ciudadano medio tenga que pagar de sus ingresos un 30% en impuestos
y estas grandes empresas solamente un 12.7% de sus beneficios? Resaltando que
nosotros lo hacemos de los ingresos y ellos de los beneficios, que no son la
misma cosa, téngase el matiz en cuenta.
2º.- Al tiempo que se reduce la presión fiscal en las
empresas, ocurre todo lo contrario con la clase media, como si todo respondiera
a un plan articulado y maquinado para desmontar el sistema, ya que los ingresos
en 2007 por IRPF a los ciudadanos suponía un 36% de lo recaudado por el Estado,
y este porcentaje se ha elevado hasta un 41% en 2012. Y que conste que les
hablo de IRPF, sin contemplar el incremento del IVA, que también se elevó en
todos sus tipos, pasando de 7% a 10% y
de un 16% a un 21% en sus tramos intermedios, en menos de dos años. Este incremento del IVA ha supuesto un mejor
resultado recaudatorio, pues se ha pasado del 27% de 2007, a un 29% en 2012.
3º.- Estas grandes discrepancias recaudatorias entre empresas
e individuos se debe a la grandes diferencias entre tipos nominales y
efectivos, es decir, lo que resulta tras la aplicación de deducciones.
Las empresas,
como matizaba antes, tributan por sus beneficios, y los ciudadanos por sus
ingresos, o sea, que a los ingresos de las empresas se les puede restar todos
los gastos deducibles, que no son pocos, bien sean propios o ajenos, porque esa
es otra, y al resultado final, el beneficio declarado, que no tiene por qué ser
el real, se le aplica el porcentaje a tributar, cuando el individuo tributa por
la totalidad de sus ingresos, sin poderse deducir esos mismos gastos, por los
que además se le grava con el IVA, con el Impuesto de Hidrocarburos, con el de
Lujo o Alcohol, etc...
4º.- El fraude fiscal es muy elevado en España. Pero ¿quién
defrauda? Defrauda el que puede, es decir, aquel cuyos ingresos le permite un
mayor marco legal para especular y rebuscar vericuetos y resquicios por donde
eludir la presión fiscal. El proletariado no puede defraudar, está sujeto a
ingresos fijos, completamente controlados y a una legislación demasiado estanca
que deja muy poco margen de maniobra.
De hecho ocurre
que esas diferencias tributarias existen incluso entre las mismas empresas, ya
que, y valga como ejemplo, las grandes empresas pagan tipos muchísimo más
reducidos que las pymes, concretamente un 12% de las primeras, frente a un 19,1% de las segundas, lo que
demuestra que aquí nunca paga más el que más tiene sino todo lo contrario.
Todo esto es aún
mucho más indignante cuando leemos en la prensa que a grandes empresas como
Google o Apple en España les salió a devolver su declaración del impuesto de
sociedades en los años 2011 y 2012, fruto de la maraña legal que algunos mal llaman Ingeniería Fiscal, u
Optimización empresarial.
Señoras y señores, esto es capitalismo puro y duro, un
sistema poderoso que se reinventa y se perfecciona, y que si antaño se lucraba
de la explotación del hombre, hoy día, además de eso, encuentra la manera legal
de apropiarse del dinero publico, mediante la reducción de sus tipos
impositivos, eludiendo el pago de sus impuestos y, una vez más, como tantas a
lo largo de la historia, a costa de nuestra salud y nuestro bienestar y de la
salud y el bienestar de nuestra sociedad. Capitalismo puro y duro que merma los
derechos de la mayoría en pos de sus intereses, que controla la normativa y el
poder, como siempre.
Ignacio Bermejo Martínez.
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