Nirvana

Eran millones de luces,
estrellas vivas asomándose a lo negro,
mirándome desde arriba,
y la mar dormida,
acogiéndome en sus aguas con dulzura.

Eran millones de granitos de arena
adhiriéndose a mi piel,
minúsculos, húmedos, fríos.

Y en la noche,
corriendo,
yo fui invisible.

Y en el mar,
yo fui enorme,
uno,
alguien capaz de abarcar el infinito,
venciendo el miedo de lo oscuro.

Mis brazos extendidos,
impregnándome del todo,
como dos alas.

Nirvana.

Allí estuve
oyendo el canto de los pájaros que no estaban,
el canto de los pájaros dormidos,
que en la noche no volaban.

Y en el agua,

nirvana,

yo fui tierra,
fui sol,
fui flor,
fui playa.


Sin aire, respirando,
viviendo intensamente,
sentí la paz,
la verdad,
la libertad.

Nirvana.

(c) Ignacio Bermejo