
La luz del nuevo día nos inunda.
Llega conquistando los espacio
de la ciudad dormida,
que despierta ruidosa en el asfalto.
Es un murmullo intenso que se extiende
como un alma escapada en la avenida.
La calle se llena de colores y de vida
de risas de pequeños
que caminan.
El claxon bosteza en el semáforo,
brillantes luces que se alternan,
para ordenar la sangre que circula
corriendo por las venas.
Y el gris se hace patente,
en el suelo, el aire y las paredes,
abrigándolo todo.
Es un sonido misterioso,
música entumecida que los cerebros no entienden
melódica,
con ritmo matemático,
de compases repetidos,
definiendo el orden
desde su caos aparente.
La ciudad despierta en un escalofríos,
con vocación de medio día,
y sólo siente la derrota,
cuando la luz es vencida cada tarde,
cada día,
y se oscurece.
10 comentarios:
Sí, es cierto, así despierta la ciudad. Pero nadie lo contó con tanta belleza.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Mi estimado Ignacio, veo que llegas con la misma inspiración de siempre, después del descanso de semana santa.
Un placer auténtico seguirte y disfrutar de tus letras que despiertan tantos sentimiemtos.
Abrazotes miles
Muy buen poema.
Descubres una ciudad con bocación de noche eterna.
Alejandro
Cuando un poeta canta estamos en sus manos: él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos.
Novalis
Un hermoso fin de semana te desea...
María del Carmen
Querido amigo, hermosisimas palabras las tuyas para describir el almendro de tu tierra, a raiz de tu visita en mi viña para comentar el roble herido. Todo ello me ha permitido visitarte y disfrutar de la poesia y del despertar de esa ciudad, imaginaria o no pero que todos podemos adaptar a la nuestra. A mi me gusta vivir fuera de las urbes y respirar la naturaleza y ver crecer la primavera. Te mando un beso y gracias por tu visita de nuevo que me ha permitido descubrir tu trabajo.
Alma auténtica de poeta, además tu ciudad S. F. me encantó cuando la visité...
gracias por pasarte por mi blog,
por el tuyo pasé y me quedé.
saludos,Ignacio
me gustaría estar en esa ventana y contemplar esa ciudad. claro, igual no sería capaz de escribir tan bellos versos.
cariños
Unos versos muy bellos con los que amanecer. Gracias por visitarme y darme la opertunidad de conocer tu espacio. Yo soy de "la isla" me ha encantado visitarte. Quiero invitarte ha que veas un nuevo espacio que he creado, creo que te puede gustar se llama Alma Gitana, te dejo el enlace por si quieres pasar un ratito. Un beso grande
http://almagitanilla.blogspot.com/
Me gustado eso del orden matemático, todo está milimétricamente calculado, se sabe a qué hora va a amanecer y a qué hora se va a poner el sol, y sin embargo, sigue sorprendiéndonos cada mañana...
será que nos somos conscientes de ese cálculo...
Besito
Podría ser un día cualquiera pero no lo es, es un domingo, podría ser un domingo cualquiera pero no lo es. Nos hablas aquí del domingo de resurrección como de un día que se renueva cada año desde hace más de dos mil. Tal vez, por eso nos hables arriba “De la vida efímera” y de la muerte.
Un buen poema, Ignacio, un buen poema, con un lenguaje muy cuidado en torno a los pasos, a los acordes y a los pasos, a tus propias sensaciones y pensamientos, llenos de pensares y pesares de tu particular Semana Santa.
Un abrazo
Publicar un comentario