Cerrar los ojos
para oír
y abrir el alma
para sentir,
porque la música
es, a veces, un susurro,
un aviso,
o un grito de
alguien que sólo espera poderte decir algo.
Ojalá fuéramos libres
para poder alzar la voz
y decir valientemente todo cuanto tenemos que decir,
tanto como
queramos,
hasta vaciarnos de
palabras.
Tenemos el tiempo,
al menos un instante,
pero la voz se calla
por el miedo
y las manos se cierran
asustadas,
mientras la música
suena
y suena siempre
arrojada como un
grito.
Ignacio Bermejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario