lunes, 5 de enero de 2009

El regalo

Como siempre hacía en la víspera de Navidad, aquel hombre estuvo dando vueltas por la calle, perdido bajo la luz de las guirnaldas que adornaban la ciudad, buscando los mejores regalos para sus seres queridos.
A su hijo pequeño le compró el balón de reglamento que tanto ansiaba. Sabía que no había nada más deseado. Para el mayor un piano con el que cultivar aquel don tan especial que siempre tuvo para la música, y para su mujer un pequeño frasco con un exclusivo perfume con olor a esencia del jardín de la alameda, para que recordase siempre que se lo pusiera el preciso lugar donde se enamoraron una noche mirando las estrellas del firmamento.
Mientras hacía aquellas compras, estuvo también buscando algo para sí. Su mujer le había dejado encomendado que así lo hiciera para que también él tuviera un bonito regalo aquella noche, pero nada terminaba de interesarle. Buscó mirando por todos los escaparates, pero no encontró nada que le llamara la atención. Lo cierto es que hacía tiempo que no echaba nada en falta. Era feliz con lo que tenía y no necesitaba ni deseaba nada más. Como nada le satisfacía, temió haber perdido la ilusión por las cosas, haberse vuelto un hombre insensible o desesperanzado y comenzó a preocuparse.
Regresó a su casa un poco desengañado y triste pensando que su mujer se enfadaría con él al no haber encontrado nada que le gustase, y así fue, pues a pesar de los regalos que llevaba para todos ella se disgustó.
-¿Cómo no has pensado en nada para ti? Tú te lo mereces todo- le dijo. -¿Cómo es que no has encontrado nada que te guste? Que no tengas un regalo me entristece. Debe haber algo que desees, algo que te ilusione y que quieras para ti- Su esposa tenía razón. Seguro que en algún lugar habría algo interesante, pero de momento nada se le ocurría.
Estuvieron pensando juntos un largo rato, hablando sobre qué podía ser aquel regalo, hasta que un amigo le llamó al teléfono para decirle que la hermana Matilde había fallecido y que se enterraría aquella misma tarde.
-¿La hermana Matilde? ¿Y quién es la hermana Matilde?
-Chiquillo, ¿no conoces a la hermana Matilde? Es una carmelita descalza del Convento de la Santísima Trinidad, el que está frente al Liceo del Sagrado Corazón.- Se esforzó cuanto pudo queriéndose acordar, pero lamentablemente no conocía a ninguna hermana Matilde y ni siquiera recordaba haber estado en aquel convento que su amigo le decía.
-Yo nunca he estado en el convento.
-¿Qué no? Es el de la Hermana Cristina.
-Sí, lo sé, pero nunca he tenido la oportunidad de visitarlo.
Aquel amigo era muy importante para él, y como por lo visto era muy trascendental que asistieran al entierro de la monja, acepto acompañarle, aunque sin entender muy bien qué pintaba él en todo eso.
-Seguro que te gusta la experiencia- afirmó su amigo ilusionado, palabras que sólo sirvieron para desconcertarlo más aún.
-¿Es que a alguien puede gustarle estar en un entierro?- Se preguntaba para sí no dando crédito de las palabras de su amigo.
Cuando llegaron al convento la puerta estaba abierta. Dentro, en la capilla, unas pocas personas esperaban a que el sacerdote comenzara el responso. Su amigo no se conformó con entrar en la capilla, y quiso ver a las monjas a través de la reja. Allí, justo en el centro de la estancia estaba el féretro con la difunta, y alrededor todas las demás monjas que, curiosamente, en contra de lo que esperaba, parecían sonreír mientras cantaban salmos al Señor.
Su amigo se las presentó como si en ello le fuera la vida. Las iba nombrando de una en una, al tiempo que se fueron acercando gentilmente para saludar, la Madre Inmaculada, Priora del convento, la hermana Beatriz, la hermana María, la madre María Teresa, la hermana Mercedes, la hermana Raquel y otras tantas, como la hermana Antonia, o Margarita, o Ana María, o Elena con las que finalmente se hizo un lío de nombres en la cabeza. Lo cierto era es que nunca se le dio bien memorizar los nombres de las personas, así que tras la misa que se celebro córpore in sepulto, justo en el momento en que su amigo le invitó a entrar en el interior del convento de clausura para cargar con el féretro, no sabía a ciencia cierta quien era cada cual.
En silencio fue llevando sobre su hombro el ataúd de la hermana fallecida hasta lo más adentro del convento, justo hasta el lugar donde se encontraba el cementerio en el que otras monjas descansaban ya eternamente, entre ellas, la hermana Cristina, tan querida y venerada.
Mientras el sacerdote terminaba el sepelio descubrió el lugar exacto donde reposaban los restos de la hermana Cristina, beata y próxima santa de la Iglesia, y se acercó con recogimiento, porque quería acariciar su lápida, y así lo hizo con todo el respeto y la devoción posible.
Tras el atrevimiento, se volvió temeroso de encontrarse con la reprimenda de alguna de las hermanas, pero se topo con los ojos sonrientes de la hermana Raquel, que en aquel instante le pareció una santa. Su mirada era dulce, comprensiva, cariñosa. En absoluto había un reproche, más bien todo lo contrario, como si con su gesto esbozara un gesto de agradecimiento.
-¿De agradecimiento?- pensó en aquel mismo momento. -¡No son ellas las que tengan que agradecerme nada en absoluto!. Más bien soy yo el que debo mostrarme agradecido por permitirme entrar y vivir esto.Se giró buscando a su amigo que seguía rezando. Mientras lo observaba terminó por entender que aquel hombre le acababa de hacer un gran regalo, posiblemente el mayor que podrían hacerle aquel año: el compartir mediante el vinculo poderosísimo de la amistad sincera el misterio indescriptible de la fe. Y no dijo nada, sencillamente guardó silencio, y en silencio rezó, como su amigo, mientras pensaba cuan afortunado era.

Este relato surge de la amistad que tengo con Paco Luna, de la que me precio, y de la que me siento muy dichoso. Con toda mi gratitud.

27 comentarios:

Steki dijo...

Hola Ignacio!
Qué relato más hermoso! Me ha atrapado.
Y más hermoso todavía es tu noble gesto de amistad para con Paco.
Te dejo un fuerte abrazo y mi deseo de paz y armonía para tu vida en este nuevo año.
BACI, STEKI.

Cecy dijo...

Hermoso relato.
Y dichoso eres por sentir, compartir y agradecer magnitud de amistad.

Besos querido Ignacio

Cristina dijo...

Buen relato Ignacio, feliz año

Cristina

Anónimo dijo...

IÑAKI, las gracias te las tengo que dar yo a ti por compartir la amistad de una persona tan grande como tu, con tantos valores y las MONJAS que captan enseguida a las personas de bien,te captaron enseguida y se dieron cuenta de que delante de ellas iba un hombre, con todos los que ibamos ,pero este hombre era diferente, como cuando el SEÑOR rodeado de gente decia:-QUIEN ME HA TOCADO. y decian sus discipulos ¿SEÑOR TE ESTAN TOCANDO CONSTANTEMENTE TODO EL MUNDO Y PREGUNTAS QUIEN TE HA TOCADO? pues igual, habia muchos hombres pero tu eras EL HOMBRE. Y yo sabia, porque te conozco, que lo que allí se iba a "armar" despues del entierro a ti te iba a gustar especialmente, como asi fué y yo me sentí dichoso y agradecido a ti y a mis monjas. EL SOLITARIO.

Silvia dijo...

hola poeta!maravilloso tu relato...Dios te ha hecho un ragalo imcomprable "tu amistad con Paco"...
gracias por este regalo de reyes que nos has hecho...
feliz noche de reyes..
un 2009 genial para tí.
nos seguimos visitando.
besos.
silvia cloud

Amaya Martín dijo...

No hay mejor regalo que la amistad Ignacio.., tan solo le sigue de cerca un relato precioso escrito con la pluma de un buen escritor como tú..Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Es evidente, mi querido Ignacio, que ese señor que firma como el Solitario es tu amigo Paco Luna. Que Dios os bendiga a los dos. Un beso de una persona que te aprecia especialmente.

Franziska dijo...

La confirmación de la fe fue el mejor regalo. Yo diría, si me lo permites, que tener fe es la mayor riqueza que posee un ser humano.

Jonatan Santos dijo...

¡Qué hermoso!, todo lo que se hace por amistad es algo por lo que siempre se debe de aplaudir.
Feliz todo!,
un fuerte abrazo!

Sara dijo...

Pues emocionante, preciosa, cargada de un grandisimo mensaje de cariño, compañía, AMISTAD y fe, ¿valores que están desapareciendo? ojalá se los pudieras regalar al mundo, digo mejor! ojalá el mundo tomara estos regalos de los que hoy nos hablas, que hoy nos regalas.
Gracias , es estupenda la historia y el detalle para con tu amigo.
Abrazos

Anónimo dijo...

Bonito relato, cuando la vida de esta bendita tierra esta falta de amistad verdadera, Iñaki feliz año para ti y tu familia.

ROCIO dijo...

Hola vengo a desearte FELIZ AÑO NUEVO, que este año sea para ti muy venturoso.

Cordialmente.

Rocío

Anónimo dijo...

!qué bonito, qué bonito!
e imagino que a tu amigo Paco le habrá encantado esta muestra de amistad.

Abrazos nueve-citos Ignacio

Anónimo dijo...

Hola Ignacio me encanto tu experiencia religiosa, debe ser maravilloso ese vinculo de fe y amistad entre tu amigo Paco y tú.
Eres muy afortunado por tener un gran amigo, que te haga crecer espiritualmente ante la adversidad de la vida. Me hubiera encantado presenciar un acto tan místico pero como siempre poeta supiste aprovechar el momento deleitandonos con este relato y tocandonos el alma

Anónimo dijo...

Hola Ignacio me encanto tu experiencia religiosa, debe ser maravilloso ese vinculo de fe y amistad entre tu amigo Paco y tú.
Eres muy afortunado por tener un gran amigo, que te haga crecer espiritualmente ante la adversidad de la vida. Me hubiera encantado presenciar un acto tan místico pero como siempre poeta supiste aprovechar el momento deleitandonos con este relato y tocandonos el alma

Anónimo dijo...

Hola Ignacio me encanto tu experiencia religiosa, debe ser maravilloso ese vinculo de fe y amistad entre tu amigo Paco y tú.
Eres muy afortunado por tener un gran amigo, que te haga crecer espiritualmente ante la adversidad de la vida. Me hubiera encantado presenciar un acto tan místico pero como siempre poeta supiste aprovechar el momento deleitandonos con este relato y tocandonos el alma

Unknown dijo...

Hola Ignacio:
Bonita experiencia la que relatas... pero sobre todo noble amistad con Paco Luna (El Solitario). Quien tiene un amigo tiene un tesoro…
Gracias por compartir esta experiencia.
Un abrazo

Ana dijo...

Algunas veces los mejores regalos proceden de donde menos te lo esperas, y esos no suelen ser materiales.
Un beso y precioso relato.

Adriana dijo...

Hermosa y conmovedora historia, Paco se debe sentir muy honrado de tenerte como amigo.

Un beso y buen año para vos.:-)

Anónimo dijo...

IÑAKI: pero lo que no saben tus amables comentaristas, ya que no quieres que tu mano derecha sepa lo que hace TU "IZQUIERDA", es que dias despues, por REYES, le llevastes al CONVENTO, para LAS MONJAS, UN JAMON, ellas que solo comen verdura y que como ellas mismas dicen, eso le sirven como una inyección de vitaminas "J" y a ti DIOS te lo tendrá en cuenta en tu haber, ¿tu sabes lo que es presentarse a JUICIO ANTE EL SUMO HACEDOR, nada menos que con un JAMON, te lo digo yo que de juicios entiendo bastante. QUE DIOS TE LO PAGUE, PORQUE HAS DADO DE COMER AL HAMBRIENTO.EL SOLITARIO.

Buenos dias con Poesía dijo...

Me ha gustado mucho el "relato" aunque me deja con dudas como el libro de Vicente Verdú "No ficción" cuya lectura te recomiendo desde la amistad virtual.

Lo de las monjas, cartujos y demás personas de la oración es todo un misterio. Por un lado piensas que su vida puede ser inútil pero por otro los ves tan felices. No obstante, entre las monjitas también las hay hurañas y feas y que dan pellizcos, y es entonces cuando me vienen algunas dudas impías. ¿Qué sería de las religiones sin los malos pensamientos? Imagine there is not heaven...

Creo que todos los escritores deben de soñar con encerrarse con ellos mismos, con el peligro de a veces confundir su ego con Dios. Gala estuvo un tiempo en la Cartuja de Jerez. Los artistas buenos pueden hasta ser insoportables. No se, es muy tarde, tengo insomnio y tu entrada me descolocó un poco, por lo que me vienen pensamientos inconexos. En el fondo tengo algo de místico aunque hoy las formas lo desmientan. Además estoy un poco revelao con lo de los palestinos.

Lo del regalo también me pasó pero lo resolví comprándome un libro de poemas ilustrado de Verlaine.

Hermano Ignacio acuerdate de mí en tus oraciones y después de ser combativo y obediente como el santo de Loyola, goza de los bienes del cielo. No olvides del disfrute de algún goce terrenal y si te desvías del camino de la austeridad y sientes en tu interior la necesidad de compartir en plan derroche, ya sabes mis gustos culinarios, y que prefiero los bigotitos al Jalufo.

Que Allah te bendiga hermano...

josé javier dijo...

Hace poco estuve en el convento Madre de Dios, en la calle San José, en Sevilla... y creo haber experimentado algo parecido.
Gracias por recordármelo.
Un abrazo. J.J.

Isla... dijo...

Espero que haya encontrado
todo lo que necesitaba

Poeta Carlos Gargallo dijo...

Hola Ignacio, amigo, me ha gustado mucho el relato, felicidades, un abrazo.

Poeta Carlos Gargallo dijo...

Hola Ignacio, amigo, me ha gustado mucho el relato, felicidades, un abrazo.

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Un relato muy bello, Ignacio. Un reflejo de la alegría de la Fe. Mientras lo he leído, se ha repetido en mi mente la bienaventuranza que dice: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Un beso muy fuerte.

Soledad.

M. J. Verdú dijo...

Este relato es cautivador, como siempre, nos ofreces palabras inspiradoras que llenan nuestros corazones de bellos sentimientos.
Un abrazo muy fuerte, Ignacio