martes, 22 de noviembre de 2011

Maldición

Maldita la botella capaz de contener la esencia,
de atraparla, de no dejarla volar con el aire,
impidiendo que se pueda respirar,
o disfrutar como el aroma de una flor en primavera.

Maldita la fragancia que inundó mi olfato,
la luz que cegó mis ojos,
el aire que ahogó mis suspiros
transformados en lamentos.

No quiero nada.
No quiero saber nada.
No quiero decir nada,
porque todo está dicho
y es tiempo de callar,
tiempo de esperar.

Es tiempo de dormir
el sueño de los muertos.
Es tiempo de escapar
de este lugar  maldito
privado del aliento
del cómplice oriundo
que no sabe a dónde ir.

Maldita esta botella  de la que bebo, una y otra vez,
y nunca se termina
para mi tormento.
Maldita sea por siempre.

3 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

La maldición del solitario, del que se pierde en su dolor y quiere apagarlo de alguna manera, pero jamás se apaga, no hay forma de hacerlo. Mientras él no se convenza de lo contrario y pueda romper esa botella en la que se encierra.
Saludos Ignacio.
Un abrazo.
Alicia

Pilar Abalorios dijo...

Duele es dependencia del dolor y la angustia.

Conchi dijo...

Hola Ignacio, bueno paisano hace mucho que no se de tí, intenso el poema que de tí leo, transmites todo ese mundo oscuro del que a veces es imposible salir y se consume uno en la soledad. Un abrazo.