Hará unos días, desde mi perfil de facebook,
reprochaba a Mariano Rajoy la exhibición de nacionalismo español que hacía en
uno de los congresos de su partido. Pensé, tras ver la noticia, que actitudes
como ésa conseguían causar el efecto contrario, un efecto incendiario en el
ánimo nacionalista catalán, y también, obviamente, en el nacionalismo español de muchos de los
militantes de su partido, produciendo un odio social que desemboca en lo
contrario de lo que se pretende, que es la unidad del territorio público de
España. Esta opinión, como era de esperar, levantó conciencias, sobre todo la
de algunos amigos militantes o simpatizantes del PP, que inmediatamente me
reprocharon mis palabras y mis ideas, tachándolas de mentira o de insulto.
Algunos de ellos, lo reconozco, incluso
llevaban razón, porque debo decir, en honor a la verdad, que llegué a afirmar
que el partido incendiario, es decir, el PP,
pretendía jugar a ser bombero, siendo realmente un bombero torero, por su torpeza más que
manifiesta. Tuve, por tanto, que
disculparme con las personas ofendidas, porque en ningún momento pretendí eso, sino
abrir un debate que considero necesario y útil, y, seguidamente, a redactar aquella
reflexión de una manera menos ofensiva, para no herir susceptibilidades
personales.
En este sentido, no vale esconder la cabeza
dentro de un agujero, como hacen las avestruces, por eso considero extraordinario
el cara a cara entre Felipe González y Artur Mas en "Salvados", de
Jordi Évole. Reconozco que me descubro ante las personas que siguen dando a las
palabras el valor que realmente tienen, o deberían tener. El diálogo es posible
siempre, el entendimiento también, por ello, soy de la opinión firme que la confrontación
entre ideales es más separatista que el nacionalismo exacerbado catalanista y
lo empuja hacia el sinsentido del enfrentamiento y la disgregación. Quien no lo
entienda de esta forma, o bien es un ciego político, o un torpe. Eso es lo que
pienso de Rajoy y de su política frente a Cataluña. Rajoy debe, como Presidente de España que es,
defender los principios constitucionales, y por tanto, ocuparse de evitar la
disgregación del territorio español evitando una consulta innecesaria e ilegal,
pero hacer eso es una cosa, y politizarlo otra. No se puede levantar una
bandera nacionalista imperialista, imponiendo el criterio territorial desde la
chulería o la fuerza. Eso sí que es una falta de respeto a todos los españoles
y un abuso de poder.
Lo institucional se ha de resolver desde el
marco institucional y no orgánico. La política es el arte de encontrar
soluciones, empleando entre otras cosas, la palabra y el diálogo como el medio
hacia el entendimiento y nunca hacia la confrontación, y Rajoy ha demostrado
reiteradamente que no sabe o no quiere hacer eso.
Y el problema no radica en lo que dice, porque
dice lo que tiene que decir, es cierto. El problema se centra esencialmente en
cómo lo dice y donde lo dice. No se debe levantar odios. No se debe potenciar
boicots y sembrar suspicacias y miedos gratuitos, no se debe pavonear del poder
que tiene, porque eso lo hace indigno su cargo.
YO, qué
quieren que les diga, CONSUMO PRODUCTOS
CATALANES PORQUE CATALUÑA ES ESPAÑA, le duela a quien le duela, y por tanto me
posiciono frente al boicot hacia Cataluña ¡NO AL BOICOT a LOS PRODUCTOS
CATALANES!. ¡SI A LA INTEGRACIÓN DE CATALUÑA EN ESPAÑA, DESDE EL RECONOCIMIENTO
DE las DIFERENCIAS culturales, económicas, históricas y políticas! HABLAR,
HABLAR Y HABLAR. El diálogo es el único camino. Bueno, el diálogo, la
inteligencia y la imaginación, pero claro, no todos disponen de estos tres
dones. Es más que obvio que a algunos carecen de eso, por más que se empeñen en
disimularlo.
Ignacio
Bermejo Martínez.
2 comentarios:
Brindo con un buen cava catalán por éste artículo.
Dudo que Rajoy no consuma del mismo.
Unos y otros juegan la partida bajo la mesa, lejos de focos y despreciando el daño que provoca enconando pueblos que nada tendrían que reprocharse.
Buena entrada
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