miércoles, 5 de septiembre de 2007

¿Y ahora qué?

Es falaz la actitud de buena parte de la administración de este país. Prueba de ello, el pobre inmigrante de origen rumano que se tuvo que prender fuego frente a la Subdelegación del Gobierno de Castellón, en presencia de su familia, mujer y dos hijos, para reclamar una ayuda económica, a modo de préstamo, que le permitiera regresar a su casa. Es increíble que sólo ante hechos abruptos como este, se reactiven las conciencias dormidas de quienes pueden hacer algo, y se muevan a favor de la gente.
Estamos siendo testigos, una y otra vez, de que siempre, siempre, siempre, por poco que nos esforcemos, se puede hacer algo más, de hecho, el problema de este inmigrante, en vista a los hechos, se ha solventado sobre la marcha, y cuando antes le negaban 400 míseros euros para poder regresar, ahora lo atienden en uno de los mejores hospitales de España a cuerpo de rey, aunque para ello se haya tenido que quemar el 70% de su cuerpo, y a su familia se la ha hospedado en un centro de acogida cercano al hospital, para que puedan visitarlo, y le están prestando asistencia psicológica. Me pregunto ¿era necesario hacer esto para que le prestaran un poco de atención? ¿Es justo esto? ¿Por qué de un momento a otro son capaces de montar todo este espectáculo mediático mostrando al mundo entero su eficacia y lo rápido que actúan ante las tragedias, cuando lo que verdaderamente pretenden es publicitarse como gobernantes, exhibiendo lamentablemente una falsa humanidad? Si hubieran hecho bien su trabajo desde el principio, este hombre no habría llegado a tal extremo, y lo que hubiera supuesto en principio una mísera ayuda de 400 €., no se habría convertido en la cifra millonaria que ahora costará este suceso al Estado. ¿Quién se hace responsable de todo ése dinero despilfarrado que ahora se tendrá que pagar en atenciones medico sanitarias y en indemnizaciones? ¿Por qué no se puede obligar a dimitir a los políticos o despedir a los funcionarios responsables de esto, que han dejado más que patente su incompetencia?
La verdad es que hay veces que los hechos rayan lo insólito, para vergüenza de muchos. Lo justo sería indagar sobre quien o quienes fueron los responsables de solventar estas situaciones y atajarla al principio, para evitar que terminara en la tragedia en la que ha desembocado. Habría que buscar a quien o quienes no supieron ver las muestras de desesperación de este hombre, y hacerles pagar por ello, porque alguien que se hace el sordo ante los problemas de los demás, más aun de un indigente, no es digno de trabajar en la Policía, en Asuntos Sociales, o en la Cruz Roja, entidades que en este caso quedan en entredicho por estar en manos de personas sin escrúpulos que no saben realizar su trabajo como debieran, o no quieren hacerlo. Seguro que a estos no se les va a olvidar extender la mano para trincar su paga a final de mes. Un jornal que no se merecen, porque no se lo han ganado con honradez. Díganme: ¿Es necesario que se tenga que matar un trabajador para que en una obra cualquiera se empiece a utilizar los medios de seguridad obligatorios? ¿Dónde están los inspectores que aparecen tras la muerte y nunca antes? ¿Es necesario que tenga que morir un futbolista en el terreno de juego para que nos demos cuenta, de una puñetera vez, de que el fútbol es sólo un deporte y nada más? ¿Es necesario que las empresas tengan que cerrar y dejar en el desempleo a miles de trabajadores para que el gobierno se preocupe de reactivar la economía de una determinada zona? ¿Por qué siempre, siempre, siempre, se espera que sucedan las tragedias para adoptar medidas? ¿Por qué no nos podemos adelantar alguna vez y presumir de ser competentes sin tener que lamentarnos? Desde luego el hombre es el animal que siempre, siempre, siempre, tropieza con la misma piedra. El único bicho de la creación que no aprende, por más inteligente que sea. Nuestro egoísmo es superior a nuestra inteligencia. Es obvio.

Es falaz la actitud de buena parte de la administración de este país. Prueba de ello el pobre inmigrante de origen rumano que se tuvo que prender fuego frente a la Subdelegación del Gobierno de Castellón, en presencia de su familia, mujer y dos hijos, para reclamar una ayuda económica, a modo de préstamo, que le permitiera regresar a su casa. Es increíble que sólo ante hechos abruptos como este, se reactiven las conciencias dormidas de quienes pueden hacer algo, y se muevan a favor de la gente.
Estamos siendo testigos, una y otra vez, de que siempre, siempre, siempre, a poco que queramos, se puede hacer algo más, de hecho, el problema de este inmigrante, en vista a los hechos, se ha solventado sobre la marcha, y cuando antes le negaban 400 míseros euros para poder regresar, ahora lo atienden en uno de los mejores hospitales de España a cuerpo de rey, aunque para ello se haya tenido que quemar el 70% de su cuerpo, y a su familia se la ha hospedado en un centro de acogida cercano al hospital, para que puedan visitarlo, y le están prestando asistencia sicológica. Me pregunto ¿era necesario hacer esto para que le prestaran un poco de atención? ¿Es justo esto? ¿Por qué de un momento a otro son capaces de montar todo este espectáculo mediático mostrando al mundo entero su eficacia y lo rápido que actúan ante las tragedias, cuando lo que verdaderamente pretenden es publicitarse como gobernantes, exhibiendo lamentablemente una falsa humanidad? Si hubieran hecho bien su trabajo desde el principio, este hombre no habría llegado a tal extremo, y lo que hubiera supuesto en principio una mísera ayuda de 400 €., no se habría convertido en la cifra millonaria que ahora costará este suceso al estado. ¿Quién se hace responsable de todo ése dinero despilfarrado que ahora se tendrá que pagar en atenciones medico sanitarias y en indemnizaciones? ¿Por qué no se puede obligar a dimitir a los políticos o despedir a los funcionarios responsables de esto, que han dejado más que patente su incompetencia?
La verdad es que hay veces que los hechos rayan lo insólito, para vergüenza de muchos. Lo justo sería indagar sobre quien o quienes fueron los responsables de solventar estas situaciones y atajarla al principio, para evitar que terminara en la tragedia en la que ha desembocado. Habría que buscar a quien o quienes no supieron ver las muestras de desesperación de este hombre, y hacerles pagar por ello, porque alguien que se hace el sordo ante los problemas de los demás, más aun de un indigente, no es digno de trabajar en la policía, en Asuntos Sociales, o en la Cruz Roja, entidades que en este caso quedan en entredicho por estar en manos de personas sin escrúpulos que no saben realizar su trabajo como debieran, o no quieren hacerlo. Seguro que estos no se les va a olvidar extender la mano para trincar su paga a final de mes. Un jornal que no se merecen, porque no se lo han ganado con honradez.
Díganme: ¿Es necesario que se tenga que matar un trabajador para que en una obra cualquiera se empiece a utilizar los medios de seguridad obligatorios? ¿Dónde están los inspectores que aparecen tras la muerte y nunca antes? ¿Es necesario que tenga que morir un futbolista en el terreno de juego para que nos demos cuenta, de una puñetera vez, de que el fútbol es sólo un deporte y nada más? ¿Es necesario que las empresas tengan que cerrar y dejar en el desempleo a miles de trabajadores para que el gobierno se preocupe de reactivar la economía de una determinada zona? ¿Por qué siempre, siempre, siempre, se espera que sucedan las tragedias para adoptar medidas? ¿Por qué no nos podemos adelantar alguna vez y presumir de ser competentes sin tener que lamentarnos? Desde luego el hombre es el animal que siempre, siempre, siempre, tropieza con la misma piedra. El único bicho de la creación que no aprende, por más inteligente que sea. Nuestro egoísmo es superior a nuestra inteligencia. Es obvio.

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